Sobres rojos

Sobres rojos

Esta indigna persona...

El sentir su cuerpo ligeramente agotado la resultaba agradable, la indicaba que había sido un buen día, que había logrado arrancarle de las salas de meditación por unas horas. Suspiró al abrir el shoji de su cuarto, el descanso la recargaría para la tarde siguiente; para otra lucha entre ellos.

¿Qué hacia su futón extendido?

Intrigada, dejo caer la toalla del pelo sobre el tatami. Enarbolando uno de sus diminutos kunais apartó la manta de un tirón. Una especie de mancha rojo sangre reposaba allí donde estaría su corazón, la forma definida y geométrica la hizo pensar en otra cosa.

¿Un sobre tal vez?

¿Un sobre rojo como los usados en las bodas chinas?

Inclinó la cabeza divertida: ella no era china, así como ninguno de sus pretendientes habituales, y ninguno habría podido entrar aquí; era tabú entrar sin ser invitado a la casa de alguien, cuanto más las habitaciones interiores. Tal violación del protocolo exigía no volver a hablar con esa persona. Pero también podía haber sido alguno de los inquilinos, un mensaje que debía ser entregado sin falta; sí, eso era.

Cogió el sobre y lo abrió, dentro había una carta escrita en papel de seda. No era un mensaje, era un material demasiado delicado para algo que tenía que aguantar mucho tiempo pegado al cuerpo, quizá sudoroso, de un onni.

Desplegó la pequeña hoja: la caligrafía era menuda, mucho como para ser reconocible a simple vista, eso la obligaría a leer; no había tachones, lo que indicaba un trabajo meditado y meticuloso, las líneas de caracteres eran paralelas entre sí y la estructura ordenada.

-Veamos que quiere.

Esta indigna persona no cree que dirigirse a usted sea lo mas prudente, se siente sucia y usted es algo tan puro, que aleja la oscuridad.

Está manchada por sangre, mató a inocentes por un deseo insano y egoísta, abandonó a una niña dulce y atenta alejándola de su familia, su verdadera familia.

Esos son mis crímenes.

Pero tampoco puede seguir ocultando lo que a descubierto.

¿Amor?

Señorita Misao Makimachi, de ser cierto que lo he descubierto...

¿Qué es amor para alguien que debería ser considerado un paria?

¿Es una condena?

¿O su salvación?

Firmado:

Una indigna persona.

Vale, la sensación de burla quedaba descartada. Parco en palabras y directo, no podía tratarse más que de Aoshi. ¿Pero llamar condena a amar a alguien? Amarla a ella, el té tenía algo raro, fijo. Sopesó las posibilidades: podía dirigirse a él directamente, cosa que no era lo mas correcto; o dejarle una carta en su habitación siguiendo el patrón que se había impuesto: otro sobre rojo.

Sonrió con malicia, ¿Por qué no divertirse un poco?