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Como agua y aceite

By: lainsagara
folder Spanish › Anime
Rating: Adult +
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Disclaimer: I do not own the anime/manga that this fanfiction is written for, nor any of the characters from it. I do not make any money from the writing of this story.
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El sueño

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COMO AGUA Y ACEITE
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Capítulo II: El sueño.


…Se sintió arrastrado al suelo por unas enormes garras sobre su espalda que lo tumbaron de bruces, lastimándole las rodillas y los codos. Sintió también el aliento húmedo y profundo del animal sobre su cuello, lo que provocó un escalofrío en su espina dorsal.


Profirió una exclamación ahogada al notar sobre su carne los afilados colmillos que entraban en su cuello con una facilidad espantosa, haciendo brotar a chorros la sangre caliente y pegajosa. En medio de las punzadas de dolor y como entre sueños, Sanosuke se dio la vuelta para intentar defenderse, pero al hacerlo se encontró cara a cara con su perseguidor, que no era otro más que un lobo: el peor que él podía imaginar, pues era Saito Hajime, que se encontraba sobre él y succionaba su cuello sin cesar, provocándole descargas que recorrían su cuerpo.


Sano estaba tan sorprendido que no pudo ni parpadear, ni intentar quitarlo, ni nada. Ver al ex capitán del Shinsengumi sobre él y besando su cuello lo dejó en shock, falto de aire. Sin embargo pronto las punzadas de miedo en sus entrañas fueron sustituidas por cálidos aleteos en el estómago, producto del contacto de su captor sobre su cuerpo; Saito no sólo lamía con fruición la carne blanda de su cuello sino que con las palmas enguantadas acariciaba sus muslos sobre el pantalón, y presionaba suavemente su entrepierna, todavía encima suyo. El joven no podía ni creerlo, pero todas esas caricias (que él había comenzado a responder, primero tímidamente pero después con la misma vehemencia) lo excitaban sin cesar, lo hacían jadear pidiendo más con desesperación, y a su vez buscar la boca del policía, que lo recibió con fuerza y entusiasmo.


Los dos hombres exploraban con premura sus bocas, jugueteando con la lengua y probando sus alientos. Saito besaba muy bien, a sus 35 años había vivido casi el doble que Sagara y demostraba su experiencia con hechos: pasaba su lengua por toda la boca de Sano, adueñándose de cuanto tocaba y tomándose breves segundos para tomar aire y reemprender la conquista. En una de las pausas para tomar aliento, se miraron fijamente a los ojos y el luchador se contempló extasiado en aquellos maravillosos ojos ambarinos, que lo observaban centelleantes de deseo y pasión. Mientras seguían con el contacto visual, Saito se llevó a la boca su mano enguantada y con los dientes, lentamente, comenzó a sacarse la prenda en un gesto que derritió a Sanosuke; se moría de excitación al verlo morder suavemente la tela y deslizarla para liberar sus finos dedos de espadachín. Con la mano desnuda, Hajime descendió por el pecho de su presa hasta los vendajes, los cuales comenzó a rasgar con las manos.


-No sabes cuántas ganas tenía de alcanzarte, novato…


Sanosuke reprimió un gemido ante el tono seductor de su voz y cerró los ojos con fuerza. Sentir en su piel esas manos decididas que describían círculos en su abdomen y su ombligo lo volvía loco, pero el punto en que sintió que no podría contenerse más fue cuando Saito llegó a su hombría, introduciendo una mano bajo su pantalón. Se mordió los labios y se dispuso a disfrutar de la caricia con todo su ser, consciente de que ninguna mujer había podido hacerle sentir como lo estaba haciendo ahora su admirado rival...


Abrió los ojos, con un sobresalto, preguntándose dónde demonios se encontraba y qué hora sería. Respiró hondo, esta vez sí que recordaba el sueño, y lo que era peor, aún estaba bastante excitado. Sintió frío bajo las mantas, por lo que deslizó su mano hasta su entrepierna y notó (con alarma) que estaba mojada…


-¡Mierda! –exclamó, furioso consigo mismo-. Pero si me corrí…


Se levantó de un salto del futón y observó su estado lamentable: a pesar de que había terminado, su miembro aún estaba erecto y le dolía un poco. Sentía sus mejillas arder como si tuviese fiebre ("Bueno… creo que en parte, sí tengo", pensó un poco divertido) y un ligero sudor cubría todo su cuerpo.


Salió a asearse, con todo y las mantas, y se dirigió a la pila de agua que había en el centro del patio. Se encontraba en una posada, camino a Kobe, donde paró a descansar ya que había caminado todo el día desde que dejara a Kenshin y los mocosos en el dojo para entregar la carta a Saito.


Respirando un tanto agitado el aire cortante de la noche, Sanosuke se sintió fatal al recordar el sueño que lo había hecho terminar y seguir levantado. Había soñado con Saito, pero no un sueño normal, no señor, había soñado que él y el policía estaban en un encuentro amoroso (>_< ¡Noo!) donde se la estaba pasando de maravilla, a juzgar por la reacción de su cuerpo.


La verdad le cayó como una roca sobre la cabeza, aplastante: le había encantado, sentir su pecho sobre el suyo, sus dedos haciendo surcos sobre su piel desnuda, sus labios succionando su cuello, la enorme erección de Saito presionando en su vientre…


Negó fuertemente con la cabeza, sonrojado. ¿Entonces esto significaba que… que le gustaban los hombres, como a Kamatari? Pasó saliva con dificultad, cerrando los ojos y dejándose acariciar por la brisa que calmaba un poco su calor. Ya un poco más tranquilo, supo que no le gustaban los hombres, que no era homosexual, sino que le gustaba (le encantaba) un solo hombre: el lobo, el maldito ex capitán del Shinsengumi que siempre lo había hecho sentir tan extraño.


Ahora tenía sentido toda esa fascinación-aversión que sentía por él, esos deseos de tenerlo cerca pero a la vez queriendo golpearlo por ser tan antipático. Porque a su lado Sanosuke se sentía un niño, le exasperaba que todo el tiempo estuviera contradiciéndolo, insultándolo, replicándole; haciéndolo sentir estúpido por su inexperiencia.


Se echó un balde de agua sobre la cabeza, para despejar un poco sus ideas y comenzó a lavar las frazadas sucias ("¿Yo lavando? ¡Esto es el colmo! Pero me avergonzaría más tener que entregar las ropas de cama con los rastros de mi aventura…"). Al terminar volteó a todos lados y, comprobando que no había nadie, se quitó rápidamente su pantalón para que le tocara el turno de limpiarlo.


Acuclillado junto a la pileta de agua y resoplando enfadado, dejó que sus pensamientos volvieran a su curso: ¿qué iba a hacer ahora? Este sueño le reveló, lo quisiera o no aceptar, lo que ya imaginaba en su mente desde hacía un tiempo, pero que siempre lo había enterrado en lo más profundo de sus ideas rechazadas e incómodas, y que ya no podía evitar… estaba perdidamente enamorado de Saito.


Con el estómago un poco revuelto por la inquietud, se puso nuevamente el pantalón mojado, recogió las cosas y regresó a su habitación, en medio de un silencio total.


Tres días después del sueño húmedo que tuviera con Saito, Sanosuke se encontraba a los pies de una inexpugnable montaña, mirando a lo que parecía un ligero saliente en la roca pero que en realidad era una puerta disimulada.


Exhalando aire, se decidió a escalar el estrecho camino que llevaba a ella, apretando con fuerza el morral que llevaba a la espalda y con el sobre dirigido al “Capitán Fujita” en la otra mano. Mientras ascendía, los nervios se iban apoderando de él.


¿Qué haré cuando lo vea? Se sentía tan emocionado pero a la vez inquieto por el encuentro, que la mano que apretaba la correa del morral comenzó a transpirar un poco. Cálmate, se ordenó a sí mismo, intentando tranquilizarse y alcanzando la puerta encubierta. Es ahora o nunca…


Abrió la puerta pero sólo encontró oscuridad, sus ojos no estaban acostumbrados a la penumbra. En tanto sus pupilas se dilataban para ver mejor, escuchó una voz profunda y serena que lo recibía con el tono desdeñoso de siempre pero que hizo que su corazón diera un saltito de exaltación:


-¿Tú? ¿Qué haces en mi oficina, idiota?


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Espero les haya gustado el capítulo... aún no me decido si habrá lemon completo, pero mientras tanto Sano fantaseará (^^ quién no, por favor!) con Saito-sama!


DISCLAIMER: Rurouni Kenshin y todo lo relacionado es propiedad de Nobuhiro Watsuki.
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