El pasado del Alma
folder
Spanish › Originals
Rating:
Adult +
Chapters:
2
Views:
879
Reviews:
0
Recommended:
0
Currently Reading:
0
Category:
Spanish › Originals
Rating:
Adult +
Chapters:
2
Views:
879
Reviews:
0
Recommended:
0
Currently Reading:
0
Disclaimer:
This is a work of fiction. I do not know the celebrity I am writing about. I do not make any money from the writing of this story.
Entre Sueños
Snowlight: Advertencia, en este capítulo van a encontrar una parte de Non-Con sex, así que si no les gusta, leanlo rápido (preferiblemente xD), o no lo lean. Creo que este capítulo está un poco más movido jejeje, que lo disfruten.
Capítulo II: Entre Sueños
Las sombras de la noche se mezclaban formando extrañas formas en las paredes tapizadas de flores púrpura en el cuarto del fondo del pasillo, en el segundo piso del número 369 de la calle Soledad, donde Joanna trataba de conciliar el sueño, pero su miedo no la dejaba. Era algo extraño ver todas aquellas imágenes en su cabeza, cosas que no parecían reales, cosas que solo veía en sueños o pesadillas.
Sus ojos color gris miraban fijamente hacia el techo lleno de dibujos hechos por ella misma, dragones, hadas, hechiceras, duendes, magos... todo lo que aparecía en sus sueños lo dibujaba y lo pegaba en su techo. No se podía explicar porqué los ponía ahí, era algo enfermizo, en realidad, pues esas eran las criaturas de las que intentaba escapar, pero aún así las tenía frente a su rostro toda la noche, vigilando su sueño.
En noches como aquella, en las que tenía el fuerte presentimiento de que sus "visiones" la atacarían, pasaba horas escudriñando las caprichosas formas de sus dibujos, las texturas, las sombras y las formas, incluso trataba de que sus expresiones fueran lo más parecidas a las que ella soñaba. Había momentos en los que creía que los dibujos cambiaban de forma, como si se movieran o cambiaran de lugar en el techo.
Joanna Maquil asistía al Colegio Santa Rosalinda, tenía 18 años y en ese año se graduaría, era una jovencita un tanto introvertida, no muy estudiosa, pero lo suficiente para pasar sin problemas todos los años, solía verse sola o con sus amigos, Helena, Emilie y Rogelio, con quienes pasaba las tardes, ellos sabían sobre los problemas de sueño de su amiga, pero creían que todo se trataba de alguna extraña paranoia ocasionada por las locas historias que les habrían contado cuando eran pequeños, aunque gran parte de la culpa, solían decir, se debía a la ocasión en la que su amiga se había perdido en el bosque cuando tenía cuatro años, cayendo a un pozo de piedra, en donde permaneció dos días hasta ser encontrada. -Nosotros no sabemos todo lo que haya sufrido en ese lugar, pensando en que afuera había duendes y demonios que le arrancarían la cabeza si salía- Solía decir Emilie, teniendo cuidado de que Joanna no los escuchara, cuando tocaban el punto de los sueños de su amiga, especialmente en los días que esta se quedaba dormida en las clases o durante los recesos por el agotamiento que le producían las noches en vela para evitar los sueños -Debió alucinar con toda clase de cosas y ese trauma es lo que le causa esos ataques...-.
Joanna se levantó de su cama y se acercó a la ventana, jaló una silla y se sentó junto a esta, recargando su cabeza en el marco. La luz de un auto iluminó su pálida piel, las mejillas tenían algunas pecas, sus labios eran delgados y de un carmín natural, que jugaba bien con el castaño claro de su cabello. Suspiró y dio un ligero matazo a la ventana, su mirada parecía triste y sombría, detestaba soñar esas cosas, la tensaban demasiado. No recordaba cuándo había comenzado a tener esos sueños, pero sí recordaba desear no tenerlos. Sus padres la habían llevado con toda clase de terapeutas, sin resultado alguno, incluso trató de tomar medicamentos para inhibir el sueño, pero nada funcionaba.
Sus largos y delicados dedos tamboreaban contra el cristal, resopló por la desesperación y regresó a la cama, se cubrió con sus mantas y dio una última mirada a las imágenes en su techo. Decidida a dormir el resto de la noche, cerró los ojos y se dejó llevar.
El Sol se notaba elevado aún, no pasaban de las dos de la tarde, una fresca brisa soplaba, acariciando el verdor del pasto en el patio trasero del colegio, danzando libremente con las copas de los sauces y abetos en el bosque, al otro lado de la barda. Era una escena tranquila, un día perfecto para dormir en aquel hermoso lugar, mientras el aroma de la naturaleza llenaba los pulmones. De pronto, la paz fue interrumpida por algunos gritos. Un chico de estatura media salía a toda prisa de la puerta trasera de un edificio, su piel blanca estaba teñida con un intenso rubor y su cabello castaño oscuro se pegaba a su frente por el sudor que lo cubría. Miró un par de veces hacia atrás, antes de ver salir a cuatro chico tras de él, dos de ellos muy altos y delgados, uno rubio muy costo y otro de cabello castaño claro acomodado en multitud de rizos; los otros dos de estatura media, uno muy corpulento, casi al punto de verse gordo, con un cabello muy negro y alborotado; el otro era más delgado, pero con una espalda muy ancha, unos fuertes músculos marcaban sus brazos y su cabello era de un rojo intenso que llegaba hasta sus hombros.
-¡Detente ahí marica!- Grito el rubio, a algunos pasos del primer chico. Este volteó asustado y tropezó de bruces, lo que el rubio aprovechó para lanzarse sobre él y aprisionarlo contra el suelo- ¡Te dije que te detuvieras marica de mierda, ahora te irá peor!
-¿Qué vamos a hacerle a la mariquita? -Dijo el chico corpulento al llegar junto a los demás, formando un círculo al rededor del asustado joven que había perdido el rubor de sus mejillas y ahora lucía blanco como el papel, con una mirada de terror reflejada en sus ojos gris.
-Vamos a cumplir su deseo- El pelirrojo sonrió y tomó del cuello al chico del suelo -¿No es tu deseo estar rodeado de machos para que te follen? ¡eh! -Gritó al ver que el otro estaba mudo del miedo -Claro que sí, por eso nos espiaba. ¿O no, Derek putito chupa pitos?- Los otros solo rieron, el rubio lo sostuvo de la espalda y lo obligó a hincarse.
-Hay que darle de comer, seguro tiene hambre- Dijo el de cabello castaño con una horrible sonrisa en el rostro mientras se abría la cierre del pantalón y soltaba su citurón. Los otros solo rieron y comenzaron a hacer lo mismo.
-N-no...- Rogó Derek -Por favor, yo... yo no quería... fue un accidente...
-¿Un accidente mirar por la ventana de los vestidores mientras nos cambiábamos?- Dijo en pelirrojo sacando su pene completamente erecto del pantalón -No lo creo.
-Pues aquí lo tienes, solo para tu gozo- Dijo el rubio, poniendo al chico de frente a su pene erecto -¡Chúpala y trágate todo!- Gritó, jalando a Derek hacia su virilidad, este trataba de empujar con sus brazos para no acercarse al amenazante miembro frente a él, pero el rubio era más fuerte y lo atrajo con mucha fuerza hacia sí...
Joanna abrió los ojos de golpe, la oscuridad de su cuarto la envolvió al instante. Se sentó y miró el reloj con forma de gato frente a su cama, eran las 5:30, la hora a la que siempre se despertaba. Ella no recordaba la última vez que había necesitado un despertador, su cabeza funcionaba como un reloj muy bien sincronizado. Se levantó de la cama, entró a su baño y encendió la luz, el pequeño cuarto se iluminó, era de color melón con una cenefa de pequeñas flores blancas. Se quitó la bata blanca que usaba para dormir, quedando completamente desnuda, abrió la regadera y entró. El agua se deslizaba por su cuerpo, trazando las curvas de su juventud en la blanca piel, escurriendo entre sus pechos, sobre sus pezones rosa, bajando por su abdomen, acariciando sus caderas y llegando hasta sus muslos.
Cerró a la llave del agua y tomó el jabón, que comenzó a tallar contra su cuerpo, cubriéndolo de espuma. Su mente aún seguía en su sueño, estaba intrigada por el significado. Podría haber sido un sueño común, pero no podía negar que parecía muy real, además, había tenido esa sensación en su pecho todo el día de esa noche tendría uno de sus espantosos sueños. Súbitamente, una idea llegó a su cabeza; se apresuró a enjuagarse, salió de la ducha y se envolvió en una toalla púrpura.
------------------------------
Éste capítlo vino a mi mente anoche y no pude deternerme hasta terminarlo, me gustó mucho el resultado, espero sus reviews, por favor, póngame reviews... o al menos denle una leida...
Capítulo II: Entre Sueños
Las sombras de la noche se mezclaban formando extrañas formas en las paredes tapizadas de flores púrpura en el cuarto del fondo del pasillo, en el segundo piso del número 369 de la calle Soledad, donde Joanna trataba de conciliar el sueño, pero su miedo no la dejaba. Era algo extraño ver todas aquellas imágenes en su cabeza, cosas que no parecían reales, cosas que solo veía en sueños o pesadillas.
Sus ojos color gris miraban fijamente hacia el techo lleno de dibujos hechos por ella misma, dragones, hadas, hechiceras, duendes, magos... todo lo que aparecía en sus sueños lo dibujaba y lo pegaba en su techo. No se podía explicar porqué los ponía ahí, era algo enfermizo, en realidad, pues esas eran las criaturas de las que intentaba escapar, pero aún así las tenía frente a su rostro toda la noche, vigilando su sueño.
En noches como aquella, en las que tenía el fuerte presentimiento de que sus "visiones" la atacarían, pasaba horas escudriñando las caprichosas formas de sus dibujos, las texturas, las sombras y las formas, incluso trataba de que sus expresiones fueran lo más parecidas a las que ella soñaba. Había momentos en los que creía que los dibujos cambiaban de forma, como si se movieran o cambiaran de lugar en el techo.
Joanna Maquil asistía al Colegio Santa Rosalinda, tenía 18 años y en ese año se graduaría, era una jovencita un tanto introvertida, no muy estudiosa, pero lo suficiente para pasar sin problemas todos los años, solía verse sola o con sus amigos, Helena, Emilie y Rogelio, con quienes pasaba las tardes, ellos sabían sobre los problemas de sueño de su amiga, pero creían que todo se trataba de alguna extraña paranoia ocasionada por las locas historias que les habrían contado cuando eran pequeños, aunque gran parte de la culpa, solían decir, se debía a la ocasión en la que su amiga se había perdido en el bosque cuando tenía cuatro años, cayendo a un pozo de piedra, en donde permaneció dos días hasta ser encontrada. -Nosotros no sabemos todo lo que haya sufrido en ese lugar, pensando en que afuera había duendes y demonios que le arrancarían la cabeza si salía- Solía decir Emilie, teniendo cuidado de que Joanna no los escuchara, cuando tocaban el punto de los sueños de su amiga, especialmente en los días que esta se quedaba dormida en las clases o durante los recesos por el agotamiento que le producían las noches en vela para evitar los sueños -Debió alucinar con toda clase de cosas y ese trauma es lo que le causa esos ataques...-.
Joanna se levantó de su cama y se acercó a la ventana, jaló una silla y se sentó junto a esta, recargando su cabeza en el marco. La luz de un auto iluminó su pálida piel, las mejillas tenían algunas pecas, sus labios eran delgados y de un carmín natural, que jugaba bien con el castaño claro de su cabello. Suspiró y dio un ligero matazo a la ventana, su mirada parecía triste y sombría, detestaba soñar esas cosas, la tensaban demasiado. No recordaba cuándo había comenzado a tener esos sueños, pero sí recordaba desear no tenerlos. Sus padres la habían llevado con toda clase de terapeutas, sin resultado alguno, incluso trató de tomar medicamentos para inhibir el sueño, pero nada funcionaba.
Sus largos y delicados dedos tamboreaban contra el cristal, resopló por la desesperación y regresó a la cama, se cubrió con sus mantas y dio una última mirada a las imágenes en su techo. Decidida a dormir el resto de la noche, cerró los ojos y se dejó llevar.
El Sol se notaba elevado aún, no pasaban de las dos de la tarde, una fresca brisa soplaba, acariciando el verdor del pasto en el patio trasero del colegio, danzando libremente con las copas de los sauces y abetos en el bosque, al otro lado de la barda. Era una escena tranquila, un día perfecto para dormir en aquel hermoso lugar, mientras el aroma de la naturaleza llenaba los pulmones. De pronto, la paz fue interrumpida por algunos gritos. Un chico de estatura media salía a toda prisa de la puerta trasera de un edificio, su piel blanca estaba teñida con un intenso rubor y su cabello castaño oscuro se pegaba a su frente por el sudor que lo cubría. Miró un par de veces hacia atrás, antes de ver salir a cuatro chico tras de él, dos de ellos muy altos y delgados, uno rubio muy costo y otro de cabello castaño claro acomodado en multitud de rizos; los otros dos de estatura media, uno muy corpulento, casi al punto de verse gordo, con un cabello muy negro y alborotado; el otro era más delgado, pero con una espalda muy ancha, unos fuertes músculos marcaban sus brazos y su cabello era de un rojo intenso que llegaba hasta sus hombros.
-¡Detente ahí marica!- Grito el rubio, a algunos pasos del primer chico. Este volteó asustado y tropezó de bruces, lo que el rubio aprovechó para lanzarse sobre él y aprisionarlo contra el suelo- ¡Te dije que te detuvieras marica de mierda, ahora te irá peor!
-¿Qué vamos a hacerle a la mariquita? -Dijo el chico corpulento al llegar junto a los demás, formando un círculo al rededor del asustado joven que había perdido el rubor de sus mejillas y ahora lucía blanco como el papel, con una mirada de terror reflejada en sus ojos gris.
-Vamos a cumplir su deseo- El pelirrojo sonrió y tomó del cuello al chico del suelo -¿No es tu deseo estar rodeado de machos para que te follen? ¡eh! -Gritó al ver que el otro estaba mudo del miedo -Claro que sí, por eso nos espiaba. ¿O no, Derek putito chupa pitos?- Los otros solo rieron, el rubio lo sostuvo de la espalda y lo obligó a hincarse.
-Hay que darle de comer, seguro tiene hambre- Dijo el de cabello castaño con una horrible sonrisa en el rostro mientras se abría la cierre del pantalón y soltaba su citurón. Los otros solo rieron y comenzaron a hacer lo mismo.
-N-no...- Rogó Derek -Por favor, yo... yo no quería... fue un accidente...
-¿Un accidente mirar por la ventana de los vestidores mientras nos cambiábamos?- Dijo en pelirrojo sacando su pene completamente erecto del pantalón -No lo creo.
-Pues aquí lo tienes, solo para tu gozo- Dijo el rubio, poniendo al chico de frente a su pene erecto -¡Chúpala y trágate todo!- Gritó, jalando a Derek hacia su virilidad, este trataba de empujar con sus brazos para no acercarse al amenazante miembro frente a él, pero el rubio era más fuerte y lo atrajo con mucha fuerza hacia sí...
Joanna abrió los ojos de golpe, la oscuridad de su cuarto la envolvió al instante. Se sentó y miró el reloj con forma de gato frente a su cama, eran las 5:30, la hora a la que siempre se despertaba. Ella no recordaba la última vez que había necesitado un despertador, su cabeza funcionaba como un reloj muy bien sincronizado. Se levantó de la cama, entró a su baño y encendió la luz, el pequeño cuarto se iluminó, era de color melón con una cenefa de pequeñas flores blancas. Se quitó la bata blanca que usaba para dormir, quedando completamente desnuda, abrió la regadera y entró. El agua se deslizaba por su cuerpo, trazando las curvas de su juventud en la blanca piel, escurriendo entre sus pechos, sobre sus pezones rosa, bajando por su abdomen, acariciando sus caderas y llegando hasta sus muslos.
Cerró a la llave del agua y tomó el jabón, que comenzó a tallar contra su cuerpo, cubriéndolo de espuma. Su mente aún seguía en su sueño, estaba intrigada por el significado. Podría haber sido un sueño común, pero no podía negar que parecía muy real, además, había tenido esa sensación en su pecho todo el día de esa noche tendría uno de sus espantosos sueños. Súbitamente, una idea llegó a su cabeza; se apresuró a enjuagarse, salió de la ducha y se envolvió en una toalla púrpura.
------------------------------
Éste capítlo vino a mi mente anoche y no pude deternerme hasta terminarlo, me gustó mucho el resultado, espero sus reviews, por favor, póngame reviews... o al menos denle una leida...