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Fresa Agria y Dulce

By: helga1967
folder Spanish › Originals
Rating: Adult +
Chapters: 4
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Disclaimer: This is a work of fiction. Any resemblance of characters to actual persons, living or dead, is purely coincidental. The Author holds exclusive rights to this work. Unauthorized duplication is prohibited.
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Pasion al llegar al apartamento

Me encuentro en un apartamento alquilado en lo que termino mis estudios universitario. Con anterioridad vivía en un hospedaje para señoritas. Los hospedajes anteriores, los cuartos no son compartidos con otra persona. En cada cuarto puede acomodarse entre tres a cuatro personas. Ademas, los hospedajes tiene una gran cantidad de reglas: desde hora de llegada, detalles de la utilización de la cocina, si puede tener televisión, horario para ver la televisión, o que solo puedes oír la música a través de audífonos. Una regla segura es que no te pueden visitarte chicos. En muchos hospedaje se incluye que no pueden estar mas de 10 minutos frente al portón hablando y mucho menos besandote o acariciandote con ellos. Para colmo de que la dueña de la casa que te esta alquilando vive contigo o cerca para asegurarse que las reglas se cumplan. Aun cuando eres universitaria y adulto para los asuntos criminales, sigues siendo menor hasta los 21, por lo cual, no tan solo te pueden votar del lugar sino que hasta te amenazan con llamar a tus padres, si no te comportas. Estoy segura que para los entandares de mucho de ustedes lo que describo es atroz.

La habitación del apartamento que ahora alquilo, la cual comparto con otra joven de la universidad. La habitación cuenta con una cama litera en madera, dos escritorios, un gavetero y una mesa con un horno de mi microondas. A mi me pertenece la cama de abajo y mi compañera duerme en la cama de arriba. Luego de varios años compartiendo cuarto en hospedajes, conseguimos alquilar un apartamento de tres habitaciones y nos dividimos la renta entre seis. El apartamento no esta lejos de la universidad. No paga mucho porque no ha sido remodelado desde los años 60. Siempre hay personas que están saliendo y entrando. Tratamos de mantener buena convivencia respetando el espacio de las demás. Todas somos mayores de 18 años. Lo que hace cada una en su cuarto es su problema. El asunto es que todas compartimos cuarto con otra persona, por lo cual tenemos que coordinar el uso de la habitación para cualquier otra cosa que no sea dormir. Es cuestión de dialogar, pero la verdad es que son acuerdos no hablados de estar consiente de la rutina de los que viven en el apartamento.

John ha sido mi novio para mas de dos años. Estoy ya en mi ultimo año para graduarme de comercio y el de artes. John viven en la casa de sus padres. Mi compañera de habitación y su novio, se encuentra a mitad de sus estudio es ingeniería. Todos somos estudiantes por lo que nuestra vida esta programada acorde con los horarios de clases de la universidad. Tanto John como yo sabemos que mi compañera tiene la costumbre de quedarse, luego de clases, en el departamento de su novio. Esta costumbre se acrecenta en época de cercana a los exámenes, si sigue su patrón probablemente no regrese sino después de la once de la noche. Por lo cual, probablemente tengo la habitación disponible desde ahora, tres de la tarde hasta las diez de la noche. Estar conciente de eso hace que tanto a John como yo nos pongamos sexualmente cariñosos. Como jóvenes, nuestros cuerpos responden rápidamente a la oportunidad. Aun cuando tenemos que estudiar no hay ninguna razón para dejar pasar esta oportunidad. Nuestras mentes se conocen, nuestras almas se buscan y todo lo que nos hace humanos nos grita que debemos estar juntos. Es suficiente, con que estemos juntos y solos para que busquemos el contacto físico de las carias y besos.

Cuando estoy nerviosa hablo y hablo mucho. No importa el tiempo que hemos pasado juntos. No importa que llevo todo el día por el acompañada. Ni tampoco es importante como ansío estar con el. El hecho fundamental, es que me pongo nerviosa ante la expectativa de que vamos a tener sexo. Eso esta claro en mi mente. De hecho, regularmente tenemos sexo al menos dos veces en la semana. Así que tan estoy en la escalera de que dan a los apartamentos comienzo ha hablar. Nada en particular, sobre amistades en común y las clases. Hoy es perfecto, regresamos temprano de la universidad, no hay nadie en el apartamento y ambos tenemos la necesidad. Pero como estoy nerviosa espero a que el de el primer paso. John siempre tiene el libido alto por tanto se que no estaré defraudada. No me toma por sorpresa el que tan pronto entro y pongo mis libros sobre el escritorio, el pone su mano en mi cintura. Con un gesto suave y firme me acerca a su cuerpo. Respiro profundo y sonrió, sierro los ojos y me dejo llevar.

John reposa suavemente sobre mi hombro, permitiendome acostumbrarme a su contacto. Instantáneamente dejo de palotear. Suavemente retira mi cabello del cuello y comienza a besarlo suavemente. Mientras tanto sus manos recorren mi cintura de arriba hacia abajo. Luego de haber recorrido el largo de mi cuello en besos. Me hace girar con sus manos para quedar de frente uno al otro. Si sus besos a cuello fueron suave sus labios en mi boca fueron fuerte y demandantes. Mas que un intercambio entre los labios, el busco saborear cada rincón de mi boca. Trate de reciprocar pero no pude. Simplemente me deje sucumbir ante la fuerza de su demanda. La mente lo único que lograba traducir del total de las sensaciones para definir el momento es QUE RICO. Las sensaciones complicada, fuertes e intensas; el cerebro las procesa de manera que sea los sentimientos y no la palabra que domine. Sus manos con maestría recorrieron todo mi espalda. Sus dedos abanicaron, tocando sin tocar, cada centímetro. Mientras mis manos seguían su ejemplo en la espalda de el. Casi siempre usamos el efecto de espejo entre nosotros, esto es, repetíamos el tipo de caricias que recibíamos del otro.

Luego de separar nuestros cuerpos, tomando un paso atrás, puso su manos en mi vientre alto, subiendolas a mis pechos. Sobo los mismo, con delicadeza y abrió los primeros dos botones. Se bajo un poco y acerco su cabeza, comenzando a besar de mi cuello bajando al centro de mis pechos. En esos momentos empece a besarle el cuello. Dejandome embriagar con la mezcla de su sudor con el olor a su perfume, olor a hombre que toma cuidado de si mismo. Una de sus manos se dirige a la parte entre mis piernas. Sin pensarlo, cierro mis ojos y me reclino un poco de la silla del escritorio y abro un poco las piernas. Aun cuando mi mahón (pantalón de mezclilla) no me permite sentir toda la fuerza de su mano, eso no impide que deje llevar por el deseo. Me pasa la mano por la espalda pero esta vez siento su puño cerrado. Me da curiosidad, pero no voy a dejar que la mente divague en otra cosa que no sea disfrutar el momento. Como si hubiese leído mi pensamiento, su cuerpo reacciona con otro férreo y largo beso. Mientras nos besamos hace que su cuerpo y el mio se muevan poco a poco a su derecha. Mmmm! Nos dirigimos a la cama. No acercamos, pero no llegamos a tocarla con nuestros cuerpos. Luego con gran precisión comenzó a besarme en la frente, nariz, barbilla, en el pecho. Se agacho tomandome con sus manos la cintura me beso vientre y bajando aun mas, arrodillo; besandome entre las piernas, luego los muslos y rodillas. Si en algún momento me he sentido como una diosa, antes no lo recuerdo. Pero esa sensación fue rápidamente sustituida por bochorno. Me siento avergonzada. Rápidamente me arrodillo yo también, para que nuestras bocas queden al mismo nivel y poderle corresponder. Por fin veo lo que sostiene en la mano, son unos cinturones de tela. Tan pronto los veo me recorre el frío en la piel y con un poco de miedo pero impaciente comienzo de desabotonar lo que resta de mi blusa. Con una velocidad pasmosa, se mueve para quedar a mi lado y me toma las manos llevandolas hacia atrás. No le hice resistencia. No voy a negar que me gusta tener sexo de esa manera. Es parte de nuestros juegos sexuales. En ocasiones me hago la sumisa, en otras me resisto un poco. De igual manera a veces me dejo alguna pieza de ropa o zapatos al momento de tener sexo. Parece que hoy sera con las piezas de arriba puesta. Tan pronto siento que me ha asegurado las manos, trato de levantarme. A lo cual, sin mediar palabra me hace un poco de fuerza sobre mis hombros con sus manos para afirmarme que no me levate. Poco expresión interrogante en mi rostro. A ese gesto el reacciona simplemente besandome y acariciandome nuevamente. Aun cuando sigo con la duda no le pregunto, la realidad es que no me gusta hablar cuando estoy excitada porque mi voz ronca me delata, ademas habla hablo muchísimo en todo momento porque entonces lo voy hacer en los momentos íntimos. Si algo me disgusta es hablar o que me hablen mucho cundo estoy teniendo sexo. El sexo es para sentirlo, no para narrarlo. El beso y sus lascivas manos me hacen olvidar la pregunta de cuando me va a ayudar a quitarme los pantalones. Ya me estoy sintiendo húmeda y a un así no me da estimulado los suficiente para poder tener un orgasmo. No puedo mas!: “Por favor, el pantalón.” Pero la contestación no es nada de lo que esperaba: “Oh, Mmm, eso tendrá que esperar.” Por lo que le grito un QUE? John ignora el gripo y simplemente continua atando mis manos a los tobillos. Esta vez no tan voluntariamente. Trato de hacerle fuerza, pero de nada me vale. Ya mis muñecas están atadas una con la otra por lo cual lo hace es pasar la tela entre mis tobillos uniendolos. Luego conecto una con la otra, haciendo imposible que me pueda incorporar o caminar.
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