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Hoy Ten Miedo de Mi

By: lainsagara
folder Spanish › Anime
Rating: Adult ++
Chapters: 4
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Disclaimer: I do not own the anime/manga that this fanfiction is written for, nor any of the characters from it. I do not make any money from the writing of this story.
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Un día soleado

III. Un día soleado.

Sanosuke y Megumi estaban abrazados bajo el futón, desnudos y satisfechos. La mujer recargaba su cabeza sobre el pecho de él, quien acariciaba con los dedos su largo cabello negro, reluciente con los primeros rayos matutinos. A pesar de que casi no habían dormido nada, estaban muy alegres y despiertos, quizá preparándose para el siguiente asalto…

-¿Y ahora qué vas a decir? –inquirió Sanosuke observándola de reojo, aún acariciando sus mechones azabache.

-¿Cómo?

-Sí, ahora que el “señor Sagara” está de regreso…

Megumi sonrió ante el comentario, escuchar a Sano llamarse a sí mismo “señor” tenía su gracia.

-Pues nada. Los extraños no tienen por qué cuestionarme acerca de mi vida personal.

-Mmm –murmuró Sanosuke-, tan orgullosa como siempre… Yo me refería a las personas cercanas a ti. Supongo que habrá a quienes les interese y puedan saber quién es el hombre apuesto e interesante que ahora vive contigo.

Megumi tembló de risa contenida, mientras Sano le jalaba un poco el cabello, como castigo por burlarse de él. “¡Oye, no te rías, es la verdad!” le reprochó en broma, sonriendo él también.

-Tienes razón… no todas las personas que conozco son extraños. No creo que decir que mi difunto esposo ha revivido milagrosamente sea una opción ¿o sí?

-¿Qué? Dijiste que eras viuda?

-Jejeje, no, la verdad no… dije que mi esposo se encontraba en el extranjero, cumpliendo una peligrosa misión para el gobierno…

-¿Qué? Dijiste que soy un perro del gobierno? –protestó Sano, frunciendo el ceño-. Era mejor cuando estaba muerto y tú eras viuda…

Ambos rieron, pues sabían que Sanosuke primero se quitaba el símbolo de su espalda antes que trabajar para el gobierno.

-Pues sí, estabas en una misión secreta… a cargo de… ¿Cómo es que se llama ahora? Ah, si! A cargo del inspector Fujita.

Sanosuke abrió la boca de la impresión (¡eso fue un golpe bajo!) y de un movimiento rápido se puso encima de ella, desafiándola con una sonrisa a que siguiera burlándose de él:

-¿Ah sí? -preguntó en un susurro, levantando una ceja. Megumi cortó la risa y lo miró atentamente, con una sonrisa jugueteando en sus labios. Sano continuó-: A ver, sigue burlándote de mí…

Megumi se abrazó con fuerza al cuello de Sanosuke, aspirando el delicioso olor de su hombre. Estar así, abrazados y conviviendo como una pareja normal, era un sueño vuelto realidad. Y lo mejor de todo era que no iba a despertar de un momento a otro, como en sus largas noches de antaño, sino que ese abrazo era el presente y también el futuro.

Sagara besó su frente, cerrando brevemente los ojos y percibiendo el dulce calor que emanaba el cuerpo de la doctora. Hacía apenas un rato, había medido con los labios toda esa piel perfumada, perdiéndose en ella como lo había hecho tres años atrás. Ya se habían conocido en la intimidad, sin embargo él la había redescubierto con constancia, dándose su tiempo para disfrutar el aroma embriagador de su esencia así como el sabor de sus besos y caricias. Amarla era muy complejo y simple a la vez, una manifestación de sensaciones y emociones que lo desbordaban y agotaban, para luego volver a surgir del fondo de su corazón y su mente. No tenía razón ahora para negarlo: Megumi lo enloquecía, con sus finas maneras de niña bien educada, con la madurez de su cuerpo esbelto, con la agilidad de su inteligencia y la fuerza de su espíritu; todo en ella le resultaba perfecto. Y esa bella mujer, que yacía recostada debajo de su propio cuerpo y entregada a él (así como yo a ella), le había dado un regalo hermoso que él iba a cuidar con su vida si fuese necesario: un hijo.

Sano pestañeó, un poco impresionado por los pensamientos que acababa de tener, y la observó atentamente, sintiendo renacer en él el calor y el deseo por volver a estar con ella otra vez.

-Oye, Megu…

-¿Mmm? –respondió ella, depositando pequeños besitos en su mejilla y acariciando su nuca con los dedos.

-Eh… -Sano había perdido la concentración, ese contacto ligero le distraía y le hacía pensar en otras cosas (¡muchas otras cosas!) qué hacer con ella en vez de conversar.

-¿Sí? –la voz de Megumi reflejaba un ligero tono juguetón, se había dado cuenta de la reacción del luchador y estaba encantada.

-Espera, no me interrumpas. Para un momento o no podré seguir… Muy bien. Bueno, lo que iba a preguntarte es a qué hora llega la señora que te ayuda aquí… sería bastante incómodo que nos encontrara así sin siquiera saber quién soy ¿no crees?

-Hoy no va a venir, es su día libre –respondió Megumi con voz suave y reemprendió sus caricias, preparándose para lo que estaba por venir. Ella también deseaba con todo su ser a su esposo, y ahora que había regresado estaba dispuesta a demostrárselo.

Comenzaron a besarse apasionadamente, mientras el sol seguía ascendiendo en su camino por el cielo. Entre jadeos y suspiros amortiguados, Sanosuke recordó que no vivían ellos dos solos, y tomando aliento entre beso y beso le preguntó con voz ronca a Megumi:

-¿Pero y Sano? No se despertará y vendrá a buscarte?

-Claro que no –respondió Megumi hundiendo sus dedos en su cabello marrón-. No se levanta si no lo levanto yo, y menos a esta hora, es igual de flojo que tú…

-Mmm, pues de tal palo… -ronroneó Sanosuke, y fue la última frase coherente que se escuchó en la habitación…

oOoOoOo

Tres meses después, Megumi se encontraba muy atareada en la cocina. Ayudándola a preparar la comida, se encontraban Kaoru, Misao y Tsubame. Sanosuke y Megumi habían invitado a todos a visitarlos, y mientras los hombres se encontraban en el jardín observando a los niños jugar (Kenji y Sanojiro) y poniéndose al día en noticias, las mujeres terminaban de servir los platos.

-¡Uhm! Realmente sabes cocinar bien, Megumi –exclamó Misao aspirando el apetitoso aroma que desprendía la comida.

-Gracias, Misao. Cuando gustes te enseño a preparar lo que quieras… a ti y a quien le haga falta –sonrió Megumi y miró a Kaoru, que se enfurruñaba y la observaba con los ojos entrecerrados. Misao rió observando a la chica, en tanto Tsubame levantaba las cejas, esperando que no comenzaran a pelearse ellas dos.

-Quién hubiera dicho que usted y el señor Sanosuke terminarían juntos –soltó Tsubame, aliviada al ver que Kaoru había terminado por sonreír y golpear amistosamente a Megumi en el brazo. Ya no había rivalidad entre ellas, y se llevaban como hermanas (por las peleas, sobre todo).

-Sí, yo no creía que Sanosuke regresaría a buscarte –agregó Kaoru.

-Las cosas pasan por algo –sentenció Megumi, observándolas a todas con aire maternal-. Supongo que él y yo estábamos predestinados, o algo así…

-Lo que sigo sin creer es que el Cabeza de Gallo se haya reformado y ahora hasta sea un buen padre –dijo Misao señalando a la ventana, donde se veía que Sanosuke levantaba a su hijo que se había caído y le sacudía con rapidez las rodillas, enviándolo a que siguiera jugando con Kenji-. Además ya hasta tiene un dojo de Judo y enseña como todo un adulto…

Kaoru, Misao y Tsubame asintieron con la cabeza, todavía un poco incrédulas ante el nuevo Sanosuke. Megumi suspiró y observó a Sano, y la certeza de que habían hecho lo correcto la embargó. Sano era otra persona en cuanto a que ya era responsable, trabajaba y era un padre excelente para su hijo. Sin embargo, no había dejado su carácter alegre y despreocupado ni su personalidad tan vivaracha…

Desvió la vista de la ventana hacia el techo cuando Yahiko y Sanosuke comenzaron a pelear, seguramente por cualquier tontería, mientras Kenshin sonreía desconcertado y Aoshi cerraba los ojos, distante. Sagara siempre sería él mismo, sin importar los años que tuviera o el estilo de vida que llevara.

-Debe ser difícil lidiar con los dos… -apuntó Tsubame, a propósito de que Sanojiro había ido sobre Yahiko para defender a su padre.

-¿Y cómo se tomó el pequeño Sano la nueva situación de la casa? –preguntó Kaoru, un poco sorprendida de lo bien que se llevaban Sanosuke y Sanojiro.

-Pues… yo pensé que iba a costar trabajo, que Sanojiro no iba a aceptar fácilmente a Sanosuke, porque tiene el carácter igual al de su padre (desconfiado). La primera vez que se vieron, mi hijo lo observó con hostilidad, celoso por mí. Sin embargo, al siguiente día…

oOo Flash back Megumi oOo

Sentado a la mesa de la cocina y delante del desayuno listo, Sanosuke esperaba a Megumi, que había ido a despertar al nene para que comieran los tres juntos. El luchador no sabía qué esperar, y estaba algo nervioso por la reacción del niño (no olvidaba la mirada penetrante que le había dirigido la noche anterior). Por fin, Megumi entró a la cocina llevando a Sano de la manita.

-Vamos a comer, Sano –habló la madre con voz dulce, sentando al pequeño a su lado, entre ella y Sanosuke.

Sanojiro observó a su padre sin cambiar su expresión seria, como dudando entre quedarse entre ellos dos o abrazar a su mamá.

Sanosuke no decía nada, también lo observaba con una media sonrisa entre los labios. Si estuviera en su lugar, también estaría receloso de ese hombre que compartía la mesa con él y su madre, y muy probablemente hasta habría tenido intenciones de golpearlo.

Como leyendo su pensamiento, el niño acercó su manita cerrada hacia Sano, que acabó por sonreír abiertamente al notar la expresión de sorpresa de Megumi, que abría la boca para impedir una cosa así.

Cuál fue la sorpresa de ambos, cuando Sanojiro se acercó a Sanosuke y jaló una de las cintas de su cabello, fascinado con el color y por la forma en que se balanceaba sobre los hombros de su padre. Sagara se soltó a reír porque Megumi intentaba hacer que el niño soltara la cinta pero sin éxito, y el hombre tuvo que desanudársela y entregarla al nene, quien se la ponía sobre la frente y sonreía feliz. Recordó que Megumi le hizo ver que era su hijo al descubrir su cabeza para mostrarle el pequeño lazo que había atado en ella.

-Oye ¿y por qué le pusiste una cinta como la mía? –preguntó Sano tomando un bocado de su pescado frito y dándoselo a Sanojiro, que abría la boca grande y ahora tenía la frente atada con el listón rojo.

-Fue idea de Yahiko. La primera vez que los visité en el Dojo Kamiya después de que naciera Sanojiro, todos quedaron con la boca abierta por su parecido contigo. Dijeron que era como observarte de pequeño, y Yahiko consiguió una cinta y se la anudó con suavidad a la frente, acentuando aún más la similitud. Sano en ese entonces ya tenía un año, y cuando quise quitársela no se dejó; desde entonces no iba a ningún lado sin sentir el lazo en su cabeza.

Sanosuke observó con ternura a su hijo, que se había hartado del pescado y ahora comía arroz que le daba Megumi. Supo que no iba a ser tan difícil que se llevaran bien, al fin y al cabo compartían no sólo sangre, sino un mismo amor: Megumi.

oOo Fin Flash back oOo

Comieron en el jardín de la casa, ya que no iban a entrar todos en la estancia. Sanosuke estaba feliz, verlos reunidos lo ponía de buen humor, además de que hacía un sol estupendo y el cielo azul traía promesas de más días como aquél, llenos de amistad y en compañía de todas las personas que le eran importantes.

Sí, definitivamente es un buen día se dijo a sí mismo en medio de las risas y las conversaciones de sus amigos, agradecido por haber encontrado un buen lugar en la vida.

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Este fue el final del fic. Espero que les haya gustado, gracias a todos los que llegaron hasta aquí.

DISCLAIMER:Rurouni Kenshin y todo lo relacionado es propiedad de Nobuhiro Watsuki.
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