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Nunca juegues con un escorpión

By: estrellita
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Rating: Adult ++
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Disclaimer: This is a work of fiction. I do not know the celebrity I am writing about. I do not make any money from the writing of this story.
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La semilla del Dolor

Trata de lo existente atrás de la mirada severa de Dana.
Ojalá lo disfruten... tiene muchos flashbacks!
Capítulo IX
La semilla del dolor

Dana se encontraba dormida en su cama, pero sus sueños eran intranquilos. La muchacha giraba su cuerpo una y otra vez, a veces soltaba gritos o gemidos. Tanta inquietud terminó por despertarla.

-Fue sólo un sueño- se dijo y se tocó la frente para secarse el sudor. Volvió a recostarse, pero sólo pudo golpear la cama con el puño y volverse a levantar, no lograba dormirse de nuevo. Seguía sudando frío y le temblaban las piernas, tenía demasiada ansiedad.

-Soy ridícula, patética, estúpida… ¿por qué no puedo aceptarlo? Gael ya no me quiere, esa es la verdad. Me duele.

Dana comenzó a llorar y se puso en posición fetal.

-¡Los odio! Odio a todos, todos me dicen mentiras… -gritaba.

*

-Debería decirle… pero no me atrevo- pensaba Gael mientras miraba a Marco dormir.

-¿Por qué me mira tanto?- se preguntaba Marco mientras se hacía el dormido.

*

-¡Acepto salir conmigo! Ahora sólo tengo que llamarla la próxima semana- decía Antonio a un pequeño niño.

*

Dieron las 10 de la mañana.

*

Dana abrió los ojos, le dolían. Había llorado toda la noche hasta agotarse y quedarse dormida. Se sentía desahogada pero seguía ansiosa. Lentamente se quitó las cobijas de encima y se sentó. Su mente viajó al pasado.

- No te vayas papi, no me dejes- decía una niña de mirada pesada
- Lo siento Dana, pero ya no es posible, tu madre se empeña en decir que le soy infiel
-Pero lo fuiste…
-Dana, tu madre no me entiende
-Papá, no te vayas…
-Adiós Dana

Dana comenzó a llorar de nuevo. Ese día si que había sido doloroso, el día que su padrastro se marchó de la casa, el día que su madre lloró y maldijo la propia vida como nunca más lo hizo, el día que le dijo a Dana…

-Todo por tu maldito padre- gritaba una señora
-¿Mi padre?
-Si tu padre…
-Pero el te pidió disculpas, tu dijiste que lo perdonabas…
-¡No hablo de Uriel! Niña tonta…
-No entiendo mamá
-Habló de tu verdadero padre, tu maldito padre…
-No entiendo
-Uriel es sólo tu padrastro ¿sabes? ¿Apoco creías que el era tu papá? Pues no, no lo era, él no era tu padre. Te odio Dana, ¿por qué naciste? Tu cara es igual a la de él, no lo soporto…
-No me odies mamá, no me odies…

Dana se miró en un espejo y soltó un grito profundo y de mucha desesperación. Su mente seguía en el pasado.

-Que linda niña ¿a dónde vas preciosa?- le preguntó un sujeto
-A mi casa
-¿No quieres jugar un rato conmigo?
-No, mi mamá me va a regañar si no llego pronto
-Bueno, al menos déjame darte unos dulces que tengo en mi casa, yo no los como, pero me imagino que tu si.
-Mmmm… está bien, no creo que se me tome mucho tiempo
-Buena niña, acompáñame

La pequeña Dana acompañó a aquel hombre a su casa, la cual se encontraba en un pequeño callejón, Dana entró primero, el hombre cerró la puerta con llave, pero Dana al ser pequeña, no entendía lo que estaba por suceder.

-Siéntate
-Si señor, muchas gracias…
-Voy por los dulces
-Si

El maldito no fue por los dulces, claro que no, el sólo se dirigió atrás de donde estaba Dana y le tapó la boca, luego la cargó fuertemente y la llevó a una habitación, fue entonces cuando Dana comprendió todo, aquel hombre no le daría dulces, aquel hombre le haría lo mismo que Uriel había hecho con la mujer que alguna vez tuvo por amante y que le había causado tanto dolor a su madre. Pensó que su madre se enojaría, ella tenía que salir de ahí, pero no pudo. El hombre la tiró sobre la cama y se puso sobre ella. Aquel hombre era muy pesado, demasiado pesado como para que Dana pudiera moverse y salir corriendo.

-Déjeme, déjeme, mi mamá se va a enojar

-Eso es pequeña, sigue gritando, me excitas tanto…

El hombre le despojó de su vestido rosa y le despeinó las coletas.

-Por favor- decía asustada
-¿Sabes niña? Tu madre no tiene por que saberlo…, me imaginó que no quieres hacerla enojar, así que no le digas nada…

El hombre introdujo su mano bajo las pantaletas de la pequeña.

-Aaahhh, no, déjeme, me duele…

El desgraciado le soltó una cachetada.

-Mira niña, cállate ya, si cooperas terminaremos más rápido con esto, además se que te gustará…

-Pero…- era inútil, no había nada que hacer, Dana siguió moviéndose para tratar de librarse de aquel gorila, pero no pudo, de pronto sintió un dolor aun mas intenso, un dolor que no parecía terminar nunca. El hombre sólo gemía y a la pequeña Dana sólo le quedaron las lágrimas silenciosas. Debía de volver a casa pronto o mamá se enojaría.

-Buena niña, ya vete a tu casa, pero nos volveremos a ver ¿de acuerdo?

La pequeña se limitó a bajar la vista y ponerse su ropa como pudo, pues ella aun no se sabía vestir sola de todo bien. El hombre la tomó del brazo.

-Nada de decirle a mamá, no queremos que se enoje. Será nuestro secreto.

Dana asintió y comenzó a llorar.

-No llores, lo haz hecho casi bien… no puedes andar así por la vida. ¿Cómo te llamas?

-Dana

-Bien Dana, ahora ve a casa y dile a mamá que se te fue el tiempo jugando con unos niños.

-Ese maldito, ojalá se pudra en el infierno. Pero en algo tenía razón, no se puede andar así por la vida, llorando. Dulces…

Dana se siguió topando con ese sujeto, algunas veces se logró escapar, pero el maldito la amenazó con contarle todo a su mamá para hacerla enojar y Dana no quería eso, su madre ya estaba lo suficientemente enojada con el mundo como para agregarle eso.
Las cosas empeoraban cada día más.

-Dana, quiero que metas eso a tu boquita
-Pero eso causa dolor
-No, esta vez no te causará dolor. Sólo mételo a tu boquita y sácalo poco a poco… así, eso… OH si, así… buena niña.

Dana pasó 1 año de su vida así, hasta que alguien le hizo darse cuenta de lo que le hacían, Mariana.

-Mariana ¿alguna vez te han hecho meterte una cosa que tienen los hombres en la boca?

-¿Cómo?

-Si, ¿te han dicho que debes meterte la cosa que tienen sobre la piernas, en la boca?

-A mi no, pero al jardinero si. El otro día vi como mi papá se lo pedía. Pero eso sólo lo hacen los adultos, eso dice mi papá.

-¿Los adultos?

-Si, los adultos, mi mamá también le hacía eso a mi papá, a veces… pero mi papá siempre le pedía que parara. Le gustaba más cuando lo hacía el jardinero.

-Entonces eso no se le pide a un niño o a una niña ¿verdad?

-Si, eso es para los adultos… es muy extraño. Yo nunca lo haría.

Dana tenía 6 años y a esa corta edad, decidió que ya había tenido suficiente. Buscó la venganza y en ella encontró el alivio. Desde entonces siempre se vengó.

-Buenas tardes, Danita. Entra.

Dana sólo lo miraba con rabia, entró a la casa y una lágrima como siempre se le escapó.

-Ya te he dicho que no me miras así. Ahora, parate ahí y quítate la ropa.

-No quiero

-Entonces tu mamá lo sabrá, además sabrá que fuiste mala conmigo.

Dana lo pensó dos veces, pero ella ya tenía un plan. Generalmente una niña tan pequeña no pensaría en algo así, pero Dana era muy astuta en ciertos aspectos y decidió ejecutar su plan.

-¿Y bien?

-Si señor- Dana se quito la ropa.

-Ya puedes salir pequeña- dijo el hombre y Dana se asustó, el maldito había traído a otra niña, no sabía porque, pero eso la molestó.

-Caty ¿cierto?- la pequeña asintió.

-Tu mamá me dijo que me ayudarías con un trabajito. ¿Serás buena?-la niña volvió a asentir.

-Bien Dana, quiero que te acerques a Caty y le hagas lo mismo que a mí
Los ojos de Dana se llenaron de confusión y rabia.

-Pero ella es niña y no tiene…

-Entonces hazle lo que yo te hago a ti

-Pero a mi no me gusta que usted…- Dana volvió a pensarlo 2 veces

-¿Qué no te gusta?

-Nada, perdóneme.

El sujeto se sentó con una cámara de video y comenzó a filmarlas. Dana hizo exactamente lo que le pidieron.

-Eso es, que lindas niñas- el desgraciado dejó la cámara sobre un mueble, la cual siguió grabando.

-Ahora, hagamos un trío ¿saben lo que es eso?-las niñas se detuvieron y no contestaron. Caty temblaba de miedo.

-Tranquila, te sacaré de aquí- le susurró Dana

-Vengan acá las dos- dijo el hombre-desvístanme

Las niñas hicieron exactamente lo que les dijeron .Caty miraba de reojo a Dana pues no entendía lo que le había dicho.

El hombre tomó a Caty por la cabeza y la puso boca abajo sobre sus piernas. A Dana la puso frente a su cara.

-Caty mete eso a tu boquita muy despacio- la niña lo hizo como si lo hubiera hecho millones de veces, tal vez porque no era la primera vez. Mientras Caty hacía eso, el hombre metía la lengua entre las piernitas de Dana. Fue entonces cuando Dana tomó cartas en el asunto. Sin que el hombre se diera cuenta, tomó una botella de vino que estaba en un pequeño mueble sobre la cama. No sabía si daría resultado, pero ella lo había visto en la televisión. Respiró profundamente y se armó de valor, pero tenía que hacer algo. Ese hombre podía lastimarla, sin embargo ya no le importó. El hombre ya la había lastimado muchas veces, ya había sentido dolores mucho más profundos que el que podría sentir si la llegaba a morder muy fuerte o la golpeaba. Alzó el jarrón con todas sus fuerzas y le dio en la cabeza.

-¿Qué te ocurre niña?

-Déjeme- Dana salió disparada y pisó la cabeza de Caty, la cual al estar en una zona tan comprometedora le causó un verdadero dolor al hombre, el cual sólo pudo soltar un grito inmenso y retorcerse. Dana tomó la cámara y su ropa. Salió desnuda a la calle y corrió lo más rápido que pudo hasta que se topó con un policía, el cual la detuvo de los hombros.

-Por todos los… niña que diablos…
-Déjeme, déjeme…-gritaba la pobre

-¿Por qué no estas vestida?

-Déjeme

-Tranquila soy policía no te haré daño, ¿qué te pasa?-Dana comenzó a llorar. El policía le quitó la cámara que aun estaba en la modalidad de grabar. Dana giró la cabeza y vio a un hombre, le dio un escalofrío y a la vez felicidad, el tipo traía sangre en los pantalones. Lo había lastimado. El maldito se había vestido y había salido atrás de Dana, pero cuando vio que Dana se había topado con un policía, regresó a su casa y empacó sus cosas. Dana se sintió liberada. El policía regresaba la cinta. Cuando vio tan sólo un segundo de ella, se horrorizó.

-Oh pequeña, ¿qué te han hecho?

-Algo que sólo hacen los adultos, pero ya estoy bien.

Una señora que pasaba caminando se detuvo asustada por las condiciones de la niña.

-¡Pequeña! ¿Qué te pasó? ¿Oficial qué…?

-Ayúdela por favor, no creo que acepte que yo la vista…

La señora le ayudó a Dana y la llevaron a la jefatura. Dana recibió ayuda gratuita por parte del gobierno durante 6 meses, después ya no la pudieron seguir tratando. Su madre no tenía mucho dinero. La mamá de Caty fue encarcelada y no se sabe que le pasó a Caty, pero a Dana, a Dana se le quedó la moraleja: “Lastima si te lastiman y te sentirás mejor”, y a pesar de que nunca encontraron al maldito, Dana vivió satisfecha de que al menos, ella se había vengado.

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