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Beber como un pez

By: MarsW
folder Spanish › Movies
Rating: Adult +
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Disclaimer: I do not own the movie(s) this fanfiction is written for, nor any of the characters from it. I do not make any money from the writing of this story.

Beber como un pez

Él no era de los que beben demasiado, básicamente porque casi no le hacía efecto, como el tabaco, era una simple distracción. Pero esa noche, tras saber lo de Liz con Myers, había necesitado una copa urgentemente. Muchas copas, de hecho. Entró en la biblioteca, Abe estaba sentado ojeando unos cuantos libros, como si buscase algo.

- ¿Qué haces? – Le preguntó acercándose.

- Busco unos mapas de… Oh, mira, aquí estaban. – Y pasó las hojas del volumen, despacio. - ¿Has bebido? – Preguntó sin quitar la vista de los detalles.

- ¿Tú qué crees? – Se sentó en una butaca, cerca, observándole.

- ¿Por Liz?

- Sigues preguntando cosas que ya sabes, Azul. – Se echó hacia atrás y levantó la cabeza mirando al techo, le dolía infiernos.

- Y ahora te arrepientes de haber ahogado tus penas en alcohol porque, aparte de que no te hace efecto, te da resaca al momento.

Cómo odiaba que siempre tuviera razón. Suspiró.

- Te aconsejo que te des una ducha y te vayas a acostar, mañana verás las cosas de otra manera. – Y pasó otra hoja del libro.

Mira, esa era una buena idea. Se levantó.

- Que descanses… - Añadió el hombre-pez. Sin darse cuenta de que lo que hacía Hellboy era meterse en el tanque que normalmente era su sala de esparcimiento. – No me refería a eso. Pero tú mismo. – Comentó al oír el chapoteo en el agua. Se giró ligeramente para verlo nadar, siempre era un espectáculo, ya que no era precisamente el fuerte del demonio.

Pestañeó un par de veces al ver que su “hermano” nadaba sin ropa, completamente desnudo, todas las prendas que llevaba al verle entrar, estaban repartidas con descuido por la habitación. No era la primera vez que lo veía así, pero tampoco es que fuera algo habitual, y mucho menos en semejante situación. Se aclaró la garganta y siguió con sus mapas, tratando de olvidarse de que un enorme demonio rojo de cuernos limados, y desnudo nadaba a su espalda.

Hellboy dio unos golpecitos en el cristal, para llamar la atención de Abe. Este giró la cabeza y el demonio le indicó con un dedo que quería que se acercara. Abraham dejó el libro y se acercó al cristal. Pero Rojo lo que quería era que se le uniera, y se lo hizo entender con más signos. Azul se encogió de hombros y subiendo por la escalerilla que había al otro lado del cuarto, se metió en el agua, para hacerle compañía.

- Seguro que necesitas desahogarte, hermano, tú dirás.

El demonio nadó hasta el borde del tanque, para sujetarse a este. El anfibio le siguió y se colocó a su lado. Entonces surgió lo realmente inesperado, al menos para Abe. Hellboy le pasó la mano izquierda por detrás de la espalda y con la cola le rozó una pierna. Abraham conocía a Hellboy desde hacía años, y tenía la suficiente confianza con él para según qué cosas… pero…

- Rojo, oye… Comprendo que en estos momentos estás un poco demasiado sensible, por las circunstancias, pero… no me gustaría que… - Debió verlo llegar, tenía el poder de la precognición y todo eso, ¿no? Hellboy, lo más parecido a un hermano que había tenido jamás, tenía los labios sobre los suyos, y lo más extraño de todo es que no lo encontraba tan erróneo como hacía un segundo.

La piel de Hellboy era cálida, la de Abe fría; Hellboy era musculoso, grande, Abe era atlético y ligero; Hellboy era un hombre de acción, Abe prefería la tranquilidad de un buen libro; eran tan diferentes como el día y la noche… Eran los opuestos que se atraían. Tal vez por eso siguieron besándose.

Para el demonio era complicado mantenerse a flote y a la vez acariciar la resbaladiza piel del anfibio, apoyó la mano de piedra en el borde del tanque para evitar hundirse. Abraham se separó con una brazada, por un momento Hellboy pensó que había recapacitado y se iría de allí, hastiado; pero lo que hizo en su lugar fue quitarse aquel estrecho pantalón de spandex negro, clónico de otros tantos que tenía guardados, mostrando por completo aquel elegante cuerpo de nadador que había cultivado a base de salir rara vez del agua. La prenda flotó lejos de ellos dos. Abraham volvió al lado de Hellboy, que sonreía, y al principio con algo de aprensión, acercó el cuerpo al del demonio, que volvió a sujetarle cerca de sí con el brazo que no usaba para asirse.

Por suerte estaban solos en la base, los agentes humanos se habían retirado hasta el día siguiente y Liz y John habían salido juntos, para tener una bonita y romántica cena a solas.

Ellos, por su parte, tenían su propia escena de pasión. Manos con aletas interdigitales recorrían músculos rojos como la sangre que hervía en sus cuerpos. Hellboy abrió los ojos, y se encontró con los de Abe, grandes, azules e inexpresivos por norma general, pero que de alguna manera, esa noche lograban decir con palabras lo que ambos ya sabían. No necesitaban decirse nada, sus cuerpos hablaban por sí mismos. La excitación en ambos era más que evidente.

Sumergiéndose, Abraham llegó a la altura de la entrepierna de Hellboy, que ya estaba erecto. Tanteando primero con las manos, lo acarició, estaba tan caliente... en más de un sentido. Viendo como su hermano ponía expresiones de placer con sus caricias, se aventuró a ir más lejos. Despacio y con cuidado, acercó la lengua y lo recorrió con la punta, desde la base.

- Ooh, hermanito… - Gimió Hellboy. Temblando de puro ansia. ¿Seguro que no había hecho eso antes?

Abe se excitaba cada vez más, tanto que la creciente erección entre sus propias piernas le exigía atención inmediata. Estaba a punto de llevar la mano que no descansaba sobre el muslo de Rojo, hacia su pene, pero un apéndice alargado de color rojo, el rabo del demonio, lo hacía por él. Arriba y abajo, apretando ligeramente. Él mismo no podía evitar exhalar sonidos de goce.

Había acabado introduciendo el enorme miembro de Rojo en su boca, era imposible que lo hiciera al completo, pero aquel no tenía queja alguna, de hecho había dejado de ver con claridad, perdido en la nube de éxtasis que le rodeaba. Sólo su cola se movía, rítmicamente, al mismo son que la ocupada boca del hombre-pez. Ya no podría aguantar mucho más. Trató de avisarlo, pero no le dio tiempo, vertió su semilla dentro de la boca de su hermano.

- Abe, tío, lo siento, yo… - Se disculpó al verlo salir del agua, mordiéndose un labio.

- No te disculpes… me gusta su sabor… quién lo diría… - Se relamió suavemente. Hellboy no pudo evitarlo y ese seductor e involuntario gesto le llevó a volver a besarle.

Probar su propio sabor en la lengua de Abe, era algo extraño, pero nada desagradable, posiblemente por el sabor salino de la saliva del anfibio.

- Aún tienes el “ánimo elevado”, Rojo, ¿quieres que siga?

- No… prefiero otra cosa ahora mismo... – Le cogió el miembro con suavidad y lo acarició igual que hacía con la cola antes. Entonces le soltó y se le presentó de espaldas, levantando la cola hasta que esta describió una espiral sobre su lomo, mostrando sus firmes y redondeadas nalgas. – Dame tu mejor tiro, hermanito.

Sapien estaba un poco indeciso con esa idea. Aunque le avergonzaba admitirlo, desconocía por completo como se hacía el amor con otro hombre.

- Rojo, yo… no sé… - Dijo finalmente.

Hellboy giró la cabeza y lo miró de reojo. ¿Era tan inocente que no sabía eso? Decididamente necesitaba otro género de lectura nuevo.

- ¿Cómo se hace? Es fácil, métela en el agujero. – Más explícito no podía ser.

- ¿En el ano? Te dolerá. Ese orificio no está hecho para…

- Si me cabe la cola, me cabrás tú, Abe, no te cortes… Venga, porfa.

Suspiró. Lo último que querría es hacerle daño, pero si él lo pedía es que sabía lo que decía. Con cuidado se colocó en la entrada y después de pensárselo unos segundos, fue introduciendo su pene azul entre las mejillas de resistente piel roja. La sensación era indescriptible, y por la respiración entrecortada del demonio, para él era igual de agradable. Puso una mano en la espalda de Hellboy y con la otra le sujetó la cola, que al notar el contacto, se enroscó en su estrecha cintura, así podría mantenerse mejor en equilibrio, ya que ninguno hacía pie. Despacio, se movió dentro del cuerpo del hombre rojo.

Siguieron durante varios minutos con aquel vaivén. Pues sí que había sido una suerte de estar solos, porque entre el chapoteo en el agua y sus jadeos, hubiera sido imposible pasar desapercibidos.

- Rojo… voy a… - Gimió, casi clavando sus largas uñas en las caderas de su “hermano”.

- ¡Hazlo, venga! – Llevó el brazo izquierdo para atrás y le cogió de una nalga, apretándole más contra él. Cuando Abraham eyaculó, se dejó caer rendido sobre la espalda de Hellboy, jadeando.

Recorrió aquellos poderosos músculos de los omóplatos. Poco a poco se dejó caer dentro del agua. El demonio de giró, poniéndose como estaba al principio.

- No ha estado mal… nada mal… - Se sumergió un poco para refrescarse, y salió de nuevo. - Sabes que no me gustan las comparaciones… pero… el mejor, con mucha diferencia, hermanito.

El anfibio negó con la cabeza y fue a recuperar su pantalón, que aún flotaba por ahí. Abe se asomó fuera del agua, de nuevo vestido, y se colocó a su lado.

- Ha sido muy interesante… ¿pero ha servido para que te sientas mejor?

- Supongo, ya no me acuerdo porqué estaba deprimido… - Sonrió de medio lado.

¿FIN?