Una historia diferente ¿Y si...? Supernatural D/S
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Disclaimer:
Todos los personajes a excepción de Rayen pertenecen a sus creadores. No ganamos un duro con esto sólo el pasar un buen rato inventando historias y compartiendolas.
Una historia diferente ¿Y si...?
UNA HISTORIA DIFERENTE. ¿Y SI........?
Era tarde. La calle hubiera estado totalmente a oscuras si no fuera por una blanca luna llena y las farolas de ambos lados de la calle que parpadeaban. El viento empujaba las ramas contra la ventana de la habitación del pequeño Dean Winchester. Su padre había prometido cortarlas ese fin de semana, pero entre reparar las cañerías, cuidar de su hermano Sammy y ayudar a su mamá se le había olvidado. Cualquier otro día no le hubiera importado, (Dean solía tener un sueño profundo y no se asustaba con facilidad), pero aprovechando que sus padres estaban tan ocupados había visto una película de zombis y ahora cada sonido era un mundo. Dean tiró de las sabanas tapándose hasta la nariz. Sobre las mantas sólo se adivinaban un par de ojos verdes. Afuera el viento silbaba y el árbol del jardín arañaba la pared con sus esqueléticas uñas de madera.
Un ruido cerca de su puerta alertó a Dean. Sonaban pasos en el pasillo y aunque supuso que eran los de su madre no pudo evitar estremecerse de la cabeza a los pies. El corazón le latía a mil mientras sentía como si alguien lo estuviera observando. « ¿Había visto unos ojos amarillos?» «No» decidió el pequeño. Quiso permanecer despierto, pero el sueño lo venció hasta que escuchó la puerta de su habitación abrirse con un chirrido.
— ¿Mamá…?—Preguntó Dean. La voz le temblaba, pero no supo decir si por miedo o por el frío que se había colado en su cuarto. Ante él vio una figura que casi tocaba el marco de la puerta con la cabeza. Definitivamente ninguno de sus padres eran tan altos. Dean se sentó de golpe apretando la espalda contra la pared. Iba a gritar, pero la figura había desaparecido. « ¿Estaba soñando?» Aún con ese pensamiento en mente sus manos buscaron el interruptor de la lámpara, sobre su mesilla, tirando sus coches y muñecos. Cuando la encendió vio un lobo gris, a los pies de su cama. El animal se distorsionaba como si fuera una proyección de cine. Dean se pegó aún más contra el cabecero. Un nudo en su garganta le impedía hablar. Vio como aquella forma empezaba a oscilar entre el hombre erguido de casi dos metros y el lobo de cuatro patas. Un escalofrío recorrió su espalda al sentir como si alguien acabara de respirar sobre su rostro. Giró la cabeza muy despacio hasta encontrase con el dueño de aquel par de ojos amarillos, que había creído imaginarse. El hombre se inclinó sobre él con una sonrisa y le dijo casi en el oído: —Buu, pequeño Winchester.
Dean gritó con todas sus fuerzas: — ¡Papá!
***
John se levantó de la cama y corrió hacia la habitación de su hijo mayor.
— ¿Qué estás haciendo, Dean? ¿No te dije que te metieras en la cama para dormir?
— ¡Papá aquí había alguien! Un hombre y un lobo estaban aquí, papá.
Dean se abrazó a su padre, pero este lo volvió a dejar sobre el colchón. John frunció el ceño y comenzó a recoger los coches y muñecos que habían caído de la mesilla. Al acercarse se golpeó la espinilla contra el monopatín de metal y masculló una maldición.
—Mañana hablaremos de esto, pero no volverás a ver una película de terror hasta que tengas edad para conducir.
—Pero papá es de verdad. Eran tan reales como tú y como yo. —suplicó.
—Hasta que tengas edad de beber. —Habló severo. —Tu madre está muy cansada y necesita reposo y tu hermano acaba de dormirse. Dean ya eres muy mayor para esto. Duérmete y ayuda más a tu madre.
Dean agachó la cabeza y asintió. Arrodillando junto a él, John hizo que lo mirara: —Eres el mayor, Dean. Empieza a comportarse como el hombretón que eres, ¿vale?
—Sí…—susurró el pequeño. John revolvió sus cabellos y lo tapó Apangando las luces salió de su cuarto dejándole… ¿a solas?
El hombre que se transformaba en lobo se acercó a su cama. —Me han dicho que no puedo morderte todavía, pero no creo que me pueda resistir. Tienes que saber tan bien.
—No eres de verdad. —Afirmó el pequeño con valentía.
***
Mary se despertó al escuchar a Sam a través del Walky para bebés. El pequeño estaba riendo. Se volvió sobre la cama y vio que John no había vuelto a su lado. Se puso una bata y fue a ver como estaba Sam. El sonido de sus pies descalzos se amortiguaba sobre la cálida alfombra. El camisón blanco se movía mientras caminaba por el pasillo. Alguna de las ventanas debía haberse quedado abierta. Miró dentro de la habitación de Sam y adivinó, entre la claridad que dejaba entrar la ventana, la silueta de su esposo sosteniendo a Sam. Amaba a John y a sus amigos. Le gustaba su nueva vida, pero no dudaría en volver a cazar para seguir conservando a su familia.
— ¿Tiene hambre?—Preguntó Mary.
—Shhhh. —Respondió la figura frente a ella. Mary sonrió antes de volver al pasillo. A dos pasos de su habitación se detuvo al ver como una de las lámparas parpadeaba. Eso desde el mundo del que ella venía no era una buena señal. Dio un ligero golpecito sobre el cristal y el parpadeó se detuvo. Mary sonrió culpándose por ser demasiado protectora.
A dos pasos de volver al abrigo de su cama se sorprendió al escuchar el televisor encendido. Bajó las escaleras de puntillas sintiendo el frio de la madera. En el pequeño televisor se veía una película en blanco y negro. La luz de la pantalla iluminaba el sofá… donde su esposo dormía.
—No. —Jadeó mientras corría escaleras arriba. — ¡Sammy!
El hombre que sostenía a su hijo se volvió mostrando una pérfida sonrisa. Sus ojos amarillos brillaban.
***
Un grito inundó toda la casa rompiendo el silencio de la noche, John abrió los ojos despejando totalmente el sopor de su mente, la adrenalina comenzó a correr por sus venas mientras subía las escaleras atropelladamente, el grito era de Mary y su mente sólo podía repetir el nombre de su mujer, ella jamás se asustaba sin motivo, jamás gritaba. Mientras corría por el estrecho pasillo a su cabeza sólo venían horribles imágenes, cada una peor que la anterior.
Sin respiración y con un seco golpe abrió la puerta del cuarto que compartían. Las sabanas estaban revueltas, la luz de la mesita encendida no dejaba de parpadear. Mary no estaba allí. El walky comenzó a hacer interferencias y el grito metálico de la voz del pequeño Sam sonó a través del aparato. John se giró mientras sus piernas se tropezaban tontamente con la vieja bata. Abriendo la puerta de Sammy estrepitosamente.
***
Dean cerró fuerte los ojos hasta que comenzó a ver lucecitas blancas. Todo estaba en su imaginación. Si aquellos hombres desaparecían prometía no volver a ver una película de miedo. «Todo está en mi cabeza, todo está en mi cabeza» se repetía sin cesar. Abrió lentamente primero un ojo, sus pupilas se volvieron a acostumbrar a la oscuridad, la habitación volvía a estar vacía. Sin mucha seguridad Dean volvió a tumbarse en la cama, con el cuerpo tenso, un crujido se escuchó en su ventana, probablemente sería de nuevo aquellas dichosas ramas, pero instintivamente cubrió su cabeza con las mantas como si aquel pedazo de tela podría parar cualquier cosa. Sus ojos abiertos, su corazón latía aceleradamente contra su pecho, sus oídos alerta de cualquier sonido extraño, el aire comenzó a volverse más cargado y espeso bajo las mantas, al tiempo que la respiración del pequeño era más acelerada, el silencio de la noche fue interrumpido por una profunda voz.
—Azazel esto no era lo acordado, me has metido en una maldita casa de cazadores.
— tranquilo mi peludo amigo, créeme aquí ya no hay ningún cazador, por el que te tengas que preocupar.
—Me quieres decir entonces ¿Por qué no puedo permanecer en mi forma licana?
— Una antigua trampa de mi querida amiga Mary.
— ¿Y quién se va ocupar de tu amiga?
—Yo. Tu ocúpate del pequeño problema que está en la cama— respondió malhumorado el hombre de ojos amarillos.
Dean volvió a asomar tímidamente la cabeza por encima de las mantas, el silencio volvía a reinar en la habitación no había nadie, esto era un mal sueño se tenía que despertar, volvió a taparse con las mantas nuevamente protegiéndose de lo que fuera aquello cerrando los ojos «Despierta, despierta, despierta». Una mano cálida se entrelazó alrededor del tobillo del pequeño Winchester. Dean quiso gritar, pero de repente se vio arrastrado fuera de la cama e intentó agarrarse al colchón. Sus manitas sujetaron fuertemente las sabanas hasta que los nudillos se volvieron blancos, sin embargo su cuerpo seguía deslizándose fuera. Un fuerte tirón hizo que las sabanas fueran arrancadas y acabaron en el frío suelo junto con Dean.
El pequeño intentó salir de la maraña de mantas que se habían enredado en su cuerpo. Una risa llegó hasta sus oídos, cuando consiguió retirarlas de su cara, la mano que apresaba aún su pierna se transformó en una garra, que se clavó en su fino tobillo y el hombre que lo agarraba volvió a ser un enorme lobo gris en un fogonazo distorsionado como había sucedido antes. Aturdido Dean volvió a intentar gritar fuertemente, pero el hombre de ojos amarillos apareció delante de él y poniendo un largo y fino dedo en sus labios se llevó su voz.
—Shsssssss, no querrás despertar a tu Mama y a Sammy ¿verdad? Los hermanos mayores tienen que portarse bien para ayudar en casa ¿no es eso lo que dijo tu papá? Se un chico obediente y no hagas ruido.
Dean intentaba gritar, pero sus cuerdas vocales no respondían y la voz no salía de su boca, sólo podía susurrar un ronco sonido que no asustaría ni a un ratoncillo, la angustia subió por su pecho, como una araña, aferrándose a su garganta, no podía chillar, como en algunas de sus pesadillas, mientras tirado en el suelo intentaba arrastrase lejos del agarre del lobo. Clavando sus uñas en el viejo suelo de madera para conseguir impulso, pero lo único que consiguió fue clavarse varias astillas en los dedos y que le pérfida sonrisa del hombre aumentare en el oscuridad, empequeñeciendo así aquellos ojos amarillos que brillaban en la penumbra de la habitación, mientras se dirigía a la puerta que daba al pasillo de su casa.
—Divierte con él, pero no lo muerdas hasta que yo te de la señal, sólo asegúrate de entretenerlo un rato. — le dijo al licano —bueno pequeño Winchester voy a hacer una visita a tu hermano se educado con el señor lobo, o te comerá— con estas palabras el demonio desapareció tras la puerta.
—«Sammy, Samyyyyyy»— Dean intentó gritar, pero la voz seguía sin querer salir de su garganta, sus fuerzas le empezaron a abandonar mientras sentía la sangre resbalar sobre la piel de su tobillo—Sam, Sam, Sammy, Sammy— los susurros que salían su garganta se iban apangando, las lagrimas resbalaban por su cara secándose al instante.
El lobo comenzó a acercarse clavando las garras de la otra pezuña sobre su muslo. El fino pantalón del pijama se desgarro bajo las garras del lobo. Dean intentó arrastres lejos de él, dirigiéndose hacia la puerta, para llegar a la habitación de su hermano, pero sus dedos pegajosos por las heridas de las astillas resbalan sobre en el suelo dejando manchas del oxido de la sangre. Su cuerpo permanencia atrapado bajo las garras del lobo impidiéndole moverse.
—Tan tierno, tan débil— rió el lobo acercando tanto su boca a la cara de Dean que podía sentir el aliento a saliva y sangre. La lengua rasposa de lo que ahora se había vuelto a convertir en un fornido hombre, se deslizo por la mejilla del pequeño, limpiando así las pequeñas lagrimas que habían escapado de sus ojos. Las manos de Dean comenzaron a tantear el suelo en busca de algo, algo para librarse del hombre, algo para despertar de aquella pesadilla, algo, lo que fuera.
—Un mordisquito antes de tiempo, nadie lo notara ¿no crees?, el resultado va ser el mismo, tú y tu hermano serán…
La mano de Dean consiguió asir aquel viejo patín de hierro que siempre acaba tirado debajo de su cama, cuando el hierro chocó contra la cara del hombre escuchó un pequeño crujido que le hizo sentir nauseas, el hombre volvió a ser un lobo, pero se libró del agarre, consiguió ponerse de pies mientras la habilitación giraba a su alrededor, sus manos pegajosas por la sangre resbalaron sobre el pomo al intentar abrir la puerta de su habitación. El lobo que pareció recuperarse rápidamente se lanzó sobre el pequeño, Dean cubrió su cara con sus brazos y las fauces del lobo se cerraron como tenazas sobre ellos. La fuerza del lobo hizo perder el equilibro al niño, cayendo contra el espejo que colgaba de la pared del pequeño cuarto, los cristales cayeron al rededor del niño y la bestia.
***
La habitación estaba vació, Sam lloraba desconsoladamente en su cama, John se acercó lentamente, cogiéndolo con cuidado, mientras intentaba calmar a su hijo, buscaba con los ojos nerviosamente a Mary por la habitación.
—Tranquilo pequeño, vamos a buscar a mama ¿vale? — un sonido de cristales se escuchó por el pasillo y cuando John se disponía a salir de la habitación, Una cálida y esposa gota cayó sobre su ojo mientras que el silencio volvía a imperar en aquella mortal noche, parpadeó varias veces para aclarar la vista y lentamente alzo su mirada hacia el techo, mientras otra gota de sangre procedente del cuerpo de su mujer caía nuevamente sobre su frente.
—¡Dios Mary No! No, no — las pupilas de John se dilataron, sus piernas no le sostuvieron y cayó al suelo del shock, con el pequeño Sammy entre brazos. El cuerpo de su esposa parecía pegado al techo una mirada silenciosa de muerte en los ojos, su boca abierta parecía querer decirle algo, pero con el primer aliento que escapó de ella su cuerpo se prendió en llamas, John salió con el bebe en sus brazos apretándolo fuertemente contra su pecho, al llegar al pasillo se encontró a Dean en pijama con la cara pálida, la mirada perdida y fija en la puerta del cuarto de Sam, por la cual ahora empezaba a asomar tímidamente alguna llamarada hacia el pasillo.
—Dean, Dean— llamó John, pero el pequeño no respondía— ¡Dean!— John zarandeo el cuerpo de su hijo intentándolo hacer reaccionar, los ojos del niño parpadearon como si estuviera despertando de una ensoñación. —coge a tu hermano y llévatelo de aquí.
Su padre se giró perdiéndose en el cuarto de su hermano pequeño, Dean sabía que tenía que correr, sabía que tenía que sacar a su hermano de la casa, pero sus pies parecían estar clavados a la alfombra del pasillo, el chirrido de la puerta de su habitación, al abrirse se escucho por encima del crepitar del fuego, en la puerta entre abierta se podía ver una alta figura, un pequeño escalofrío recorrió por el cuerpo del niño, la figura se movió hacia la claridad del pasillo, donde ahora las llamas que se habían extendido por el techo de la casa lo iluminaban, mostrando al hombre-lobo el cual tenía parte de la cara cortada por varios fragmentos de espejo. Lentamente se fue acercando a Dean y el niño fue retrocediendo paso a paso, hasta que su pie perdió apoyo al encontrar el borde de las escaleras que bajaban al primer piso, cayendo contra la pared. Sujeto fuertemente a Sammy entre sus brazos, el bebe comenzó a quejarse llorando.
—No, no, no — gruñó el lobo mientras se acerba- ¿Dónde vas cachorro? Ahora eres mío.
El niño miró hacia arriba, el fuego comenzaba a destruir parte del techo y un gran trozo de madera incinerado cayó encima del lobo, haciendo racionar a Dean, quien bajo las escaleras tan rápido como le dieron sus pequeña piernas. Las manos volvieron a resbalar sobre el pomo de la puerta principal.
—No te preocupes Sam yo te protegeré, nadie te va ha hacer daño nunca lo prometo—dijo Dean mientras seguía intentado salir de allí, hasta que empezó a tener problemas para respirar, un sudor frío corrió por su espalda, miro rápidamente hacia la escalera, pero no había nadie, solo un humo denso que comenzaba a cubrirlo todo, su padre apareció de la nada sintió sus brazos al rededor de su cuerpo levantándolo en el aire junto con Sam y de una patada abrió a la puerta sacándolos de aquel infierno.
***
Los bomberos estaban por todas partes. La gente se arremolinaba alrededor de su casa, que ahora era pasto de las llamas. Dean estaba sentado al lado de su padre mirando fijamente a Sam, el hombre de ojos amarillos había venido por Sammy, pero él no se lo dejaría que se lo llevara jamás, nunca.
John agarraba con fuerza a Sam, sus manos acariciaron la pequeña cabeza del bebe, hasta que noto que algo pastoso entre sus dedos, por primera vez desde que había salido de la casa, aparto la mirada de la ventana del cuarto de Sam y miro aterrado su mano que ahora estaba manchada de sangre seca.
—Dios Sam, Sam ¿donde estas herido?
Las torpes manos de John empezaron a de desnudar al pequeño Sammy, quien no parecía muy contento al notar el frío de la noche. Comprobando que el bebe no tenía ninguna herida fue cubriéndolo nuevamente con la manta de la cuna y su ropa, de ese mono Sammy acabo masticando en su boquita los puños de las mangas de su Body manchadas con sangre, pero entonces si la sangre no era de Sam ¿de dónde venía? Los ojos de John pasaron a mirar a Dean, recorriendo con la mirada el pijama desgarrado y manchado de sangre.
— Dime que no te han herido Dean— La voz de su padre sonó demandante.
—solo es un rasguño papa—dijo Dean mientras distraído intentaba poner bien la ropa a su hermano.
— ¿Dónde?—exigió saber John— ¿Donde?
El pequeño tapo bien a Sammy devolviendo al bebe a su padre, para levantar la rota manga del pijama lentamente, Los ojos de Jonh se abrieron desmesuradamente al ver la marca de unos dientes en la blanca piel de su hijo mayor, el color de la mordedura era negro en la incisión de los dientes y de un extraño color morado alrededor de ella, de tal manera que parecía cubrir todo el brazo, pequeñas gotas de sangre se escapaban allí donde los dientes habían desgarrado la carne en lo que parecía haber sido un forcejeo para soltarse.
— ¿Quien...? ¿Qué te ha mordido Dean?
CONTINUARA...
Era tarde. La calle hubiera estado totalmente a oscuras si no fuera por una blanca luna llena y las farolas de ambos lados de la calle que parpadeaban. El viento empujaba las ramas contra la ventana de la habitación del pequeño Dean Winchester. Su padre había prometido cortarlas ese fin de semana, pero entre reparar las cañerías, cuidar de su hermano Sammy y ayudar a su mamá se le había olvidado. Cualquier otro día no le hubiera importado, (Dean solía tener un sueño profundo y no se asustaba con facilidad), pero aprovechando que sus padres estaban tan ocupados había visto una película de zombis y ahora cada sonido era un mundo. Dean tiró de las sabanas tapándose hasta la nariz. Sobre las mantas sólo se adivinaban un par de ojos verdes. Afuera el viento silbaba y el árbol del jardín arañaba la pared con sus esqueléticas uñas de madera.
Un ruido cerca de su puerta alertó a Dean. Sonaban pasos en el pasillo y aunque supuso que eran los de su madre no pudo evitar estremecerse de la cabeza a los pies. El corazón le latía a mil mientras sentía como si alguien lo estuviera observando. « ¿Había visto unos ojos amarillos?» «No» decidió el pequeño. Quiso permanecer despierto, pero el sueño lo venció hasta que escuchó la puerta de su habitación abrirse con un chirrido.
— ¿Mamá…?—Preguntó Dean. La voz le temblaba, pero no supo decir si por miedo o por el frío que se había colado en su cuarto. Ante él vio una figura que casi tocaba el marco de la puerta con la cabeza. Definitivamente ninguno de sus padres eran tan altos. Dean se sentó de golpe apretando la espalda contra la pared. Iba a gritar, pero la figura había desaparecido. « ¿Estaba soñando?» Aún con ese pensamiento en mente sus manos buscaron el interruptor de la lámpara, sobre su mesilla, tirando sus coches y muñecos. Cuando la encendió vio un lobo gris, a los pies de su cama. El animal se distorsionaba como si fuera una proyección de cine. Dean se pegó aún más contra el cabecero. Un nudo en su garganta le impedía hablar. Vio como aquella forma empezaba a oscilar entre el hombre erguido de casi dos metros y el lobo de cuatro patas. Un escalofrío recorrió su espalda al sentir como si alguien acabara de respirar sobre su rostro. Giró la cabeza muy despacio hasta encontrase con el dueño de aquel par de ojos amarillos, que había creído imaginarse. El hombre se inclinó sobre él con una sonrisa y le dijo casi en el oído: —Buu, pequeño Winchester.
Dean gritó con todas sus fuerzas: — ¡Papá!
***
John se levantó de la cama y corrió hacia la habitación de su hijo mayor.
— ¿Qué estás haciendo, Dean? ¿No te dije que te metieras en la cama para dormir?
— ¡Papá aquí había alguien! Un hombre y un lobo estaban aquí, papá.
Dean se abrazó a su padre, pero este lo volvió a dejar sobre el colchón. John frunció el ceño y comenzó a recoger los coches y muñecos que habían caído de la mesilla. Al acercarse se golpeó la espinilla contra el monopatín de metal y masculló una maldición.
—Mañana hablaremos de esto, pero no volverás a ver una película de terror hasta que tengas edad para conducir.
—Pero papá es de verdad. Eran tan reales como tú y como yo. —suplicó.
—Hasta que tengas edad de beber. —Habló severo. —Tu madre está muy cansada y necesita reposo y tu hermano acaba de dormirse. Dean ya eres muy mayor para esto. Duérmete y ayuda más a tu madre.
Dean agachó la cabeza y asintió. Arrodillando junto a él, John hizo que lo mirara: —Eres el mayor, Dean. Empieza a comportarse como el hombretón que eres, ¿vale?
—Sí…—susurró el pequeño. John revolvió sus cabellos y lo tapó Apangando las luces salió de su cuarto dejándole… ¿a solas?
El hombre que se transformaba en lobo se acercó a su cama. —Me han dicho que no puedo morderte todavía, pero no creo que me pueda resistir. Tienes que saber tan bien.
—No eres de verdad. —Afirmó el pequeño con valentía.
***
Mary se despertó al escuchar a Sam a través del Walky para bebés. El pequeño estaba riendo. Se volvió sobre la cama y vio que John no había vuelto a su lado. Se puso una bata y fue a ver como estaba Sam. El sonido de sus pies descalzos se amortiguaba sobre la cálida alfombra. El camisón blanco se movía mientras caminaba por el pasillo. Alguna de las ventanas debía haberse quedado abierta. Miró dentro de la habitación de Sam y adivinó, entre la claridad que dejaba entrar la ventana, la silueta de su esposo sosteniendo a Sam. Amaba a John y a sus amigos. Le gustaba su nueva vida, pero no dudaría en volver a cazar para seguir conservando a su familia.
— ¿Tiene hambre?—Preguntó Mary.
—Shhhh. —Respondió la figura frente a ella. Mary sonrió antes de volver al pasillo. A dos pasos de su habitación se detuvo al ver como una de las lámparas parpadeaba. Eso desde el mundo del que ella venía no era una buena señal. Dio un ligero golpecito sobre el cristal y el parpadeó se detuvo. Mary sonrió culpándose por ser demasiado protectora.
A dos pasos de volver al abrigo de su cama se sorprendió al escuchar el televisor encendido. Bajó las escaleras de puntillas sintiendo el frio de la madera. En el pequeño televisor se veía una película en blanco y negro. La luz de la pantalla iluminaba el sofá… donde su esposo dormía.
—No. —Jadeó mientras corría escaleras arriba. — ¡Sammy!
El hombre que sostenía a su hijo se volvió mostrando una pérfida sonrisa. Sus ojos amarillos brillaban.
***
Un grito inundó toda la casa rompiendo el silencio de la noche, John abrió los ojos despejando totalmente el sopor de su mente, la adrenalina comenzó a correr por sus venas mientras subía las escaleras atropelladamente, el grito era de Mary y su mente sólo podía repetir el nombre de su mujer, ella jamás se asustaba sin motivo, jamás gritaba. Mientras corría por el estrecho pasillo a su cabeza sólo venían horribles imágenes, cada una peor que la anterior.
Sin respiración y con un seco golpe abrió la puerta del cuarto que compartían. Las sabanas estaban revueltas, la luz de la mesita encendida no dejaba de parpadear. Mary no estaba allí. El walky comenzó a hacer interferencias y el grito metálico de la voz del pequeño Sam sonó a través del aparato. John se giró mientras sus piernas se tropezaban tontamente con la vieja bata. Abriendo la puerta de Sammy estrepitosamente.
***
Dean cerró fuerte los ojos hasta que comenzó a ver lucecitas blancas. Todo estaba en su imaginación. Si aquellos hombres desaparecían prometía no volver a ver una película de miedo. «Todo está en mi cabeza, todo está en mi cabeza» se repetía sin cesar. Abrió lentamente primero un ojo, sus pupilas se volvieron a acostumbrar a la oscuridad, la habitación volvía a estar vacía. Sin mucha seguridad Dean volvió a tumbarse en la cama, con el cuerpo tenso, un crujido se escuchó en su ventana, probablemente sería de nuevo aquellas dichosas ramas, pero instintivamente cubrió su cabeza con las mantas como si aquel pedazo de tela podría parar cualquier cosa. Sus ojos abiertos, su corazón latía aceleradamente contra su pecho, sus oídos alerta de cualquier sonido extraño, el aire comenzó a volverse más cargado y espeso bajo las mantas, al tiempo que la respiración del pequeño era más acelerada, el silencio de la noche fue interrumpido por una profunda voz.
—Azazel esto no era lo acordado, me has metido en una maldita casa de cazadores.
— tranquilo mi peludo amigo, créeme aquí ya no hay ningún cazador, por el que te tengas que preocupar.
—Me quieres decir entonces ¿Por qué no puedo permanecer en mi forma licana?
— Una antigua trampa de mi querida amiga Mary.
— ¿Y quién se va ocupar de tu amiga?
—Yo. Tu ocúpate del pequeño problema que está en la cama— respondió malhumorado el hombre de ojos amarillos.
Dean volvió a asomar tímidamente la cabeza por encima de las mantas, el silencio volvía a reinar en la habitación no había nadie, esto era un mal sueño se tenía que despertar, volvió a taparse con las mantas nuevamente protegiéndose de lo que fuera aquello cerrando los ojos «Despierta, despierta, despierta». Una mano cálida se entrelazó alrededor del tobillo del pequeño Winchester. Dean quiso gritar, pero de repente se vio arrastrado fuera de la cama e intentó agarrarse al colchón. Sus manitas sujetaron fuertemente las sabanas hasta que los nudillos se volvieron blancos, sin embargo su cuerpo seguía deslizándose fuera. Un fuerte tirón hizo que las sabanas fueran arrancadas y acabaron en el frío suelo junto con Dean.
El pequeño intentó salir de la maraña de mantas que se habían enredado en su cuerpo. Una risa llegó hasta sus oídos, cuando consiguió retirarlas de su cara, la mano que apresaba aún su pierna se transformó en una garra, que se clavó en su fino tobillo y el hombre que lo agarraba volvió a ser un enorme lobo gris en un fogonazo distorsionado como había sucedido antes. Aturdido Dean volvió a intentar gritar fuertemente, pero el hombre de ojos amarillos apareció delante de él y poniendo un largo y fino dedo en sus labios se llevó su voz.
—Shsssssss, no querrás despertar a tu Mama y a Sammy ¿verdad? Los hermanos mayores tienen que portarse bien para ayudar en casa ¿no es eso lo que dijo tu papá? Se un chico obediente y no hagas ruido.
Dean intentaba gritar, pero sus cuerdas vocales no respondían y la voz no salía de su boca, sólo podía susurrar un ronco sonido que no asustaría ni a un ratoncillo, la angustia subió por su pecho, como una araña, aferrándose a su garganta, no podía chillar, como en algunas de sus pesadillas, mientras tirado en el suelo intentaba arrastrase lejos del agarre del lobo. Clavando sus uñas en el viejo suelo de madera para conseguir impulso, pero lo único que consiguió fue clavarse varias astillas en los dedos y que le pérfida sonrisa del hombre aumentare en el oscuridad, empequeñeciendo así aquellos ojos amarillos que brillaban en la penumbra de la habitación, mientras se dirigía a la puerta que daba al pasillo de su casa.
—Divierte con él, pero no lo muerdas hasta que yo te de la señal, sólo asegúrate de entretenerlo un rato. — le dijo al licano —bueno pequeño Winchester voy a hacer una visita a tu hermano se educado con el señor lobo, o te comerá— con estas palabras el demonio desapareció tras la puerta.
—«Sammy, Samyyyyyy»— Dean intentó gritar, pero la voz seguía sin querer salir de su garganta, sus fuerzas le empezaron a abandonar mientras sentía la sangre resbalar sobre la piel de su tobillo—Sam, Sam, Sammy, Sammy— los susurros que salían su garganta se iban apangando, las lagrimas resbalaban por su cara secándose al instante.
El lobo comenzó a acercarse clavando las garras de la otra pezuña sobre su muslo. El fino pantalón del pijama se desgarro bajo las garras del lobo. Dean intentó arrastres lejos de él, dirigiéndose hacia la puerta, para llegar a la habitación de su hermano, pero sus dedos pegajosos por las heridas de las astillas resbalan sobre en el suelo dejando manchas del oxido de la sangre. Su cuerpo permanencia atrapado bajo las garras del lobo impidiéndole moverse.
—Tan tierno, tan débil— rió el lobo acercando tanto su boca a la cara de Dean que podía sentir el aliento a saliva y sangre. La lengua rasposa de lo que ahora se había vuelto a convertir en un fornido hombre, se deslizo por la mejilla del pequeño, limpiando así las pequeñas lagrimas que habían escapado de sus ojos. Las manos de Dean comenzaron a tantear el suelo en busca de algo, algo para librarse del hombre, algo para despertar de aquella pesadilla, algo, lo que fuera.
—Un mordisquito antes de tiempo, nadie lo notara ¿no crees?, el resultado va ser el mismo, tú y tu hermano serán…
La mano de Dean consiguió asir aquel viejo patín de hierro que siempre acaba tirado debajo de su cama, cuando el hierro chocó contra la cara del hombre escuchó un pequeño crujido que le hizo sentir nauseas, el hombre volvió a ser un lobo, pero se libró del agarre, consiguió ponerse de pies mientras la habilitación giraba a su alrededor, sus manos pegajosas por la sangre resbalaron sobre el pomo al intentar abrir la puerta de su habitación. El lobo que pareció recuperarse rápidamente se lanzó sobre el pequeño, Dean cubrió su cara con sus brazos y las fauces del lobo se cerraron como tenazas sobre ellos. La fuerza del lobo hizo perder el equilibro al niño, cayendo contra el espejo que colgaba de la pared del pequeño cuarto, los cristales cayeron al rededor del niño y la bestia.
***
La habitación estaba vació, Sam lloraba desconsoladamente en su cama, John se acercó lentamente, cogiéndolo con cuidado, mientras intentaba calmar a su hijo, buscaba con los ojos nerviosamente a Mary por la habitación.
—Tranquilo pequeño, vamos a buscar a mama ¿vale? — un sonido de cristales se escuchó por el pasillo y cuando John se disponía a salir de la habitación, Una cálida y esposa gota cayó sobre su ojo mientras que el silencio volvía a imperar en aquella mortal noche, parpadeó varias veces para aclarar la vista y lentamente alzo su mirada hacia el techo, mientras otra gota de sangre procedente del cuerpo de su mujer caía nuevamente sobre su frente.
—¡Dios Mary No! No, no — las pupilas de John se dilataron, sus piernas no le sostuvieron y cayó al suelo del shock, con el pequeño Sammy entre brazos. El cuerpo de su esposa parecía pegado al techo una mirada silenciosa de muerte en los ojos, su boca abierta parecía querer decirle algo, pero con el primer aliento que escapó de ella su cuerpo se prendió en llamas, John salió con el bebe en sus brazos apretándolo fuertemente contra su pecho, al llegar al pasillo se encontró a Dean en pijama con la cara pálida, la mirada perdida y fija en la puerta del cuarto de Sam, por la cual ahora empezaba a asomar tímidamente alguna llamarada hacia el pasillo.
—Dean, Dean— llamó John, pero el pequeño no respondía— ¡Dean!— John zarandeo el cuerpo de su hijo intentándolo hacer reaccionar, los ojos del niño parpadearon como si estuviera despertando de una ensoñación. —coge a tu hermano y llévatelo de aquí.
Su padre se giró perdiéndose en el cuarto de su hermano pequeño, Dean sabía que tenía que correr, sabía que tenía que sacar a su hermano de la casa, pero sus pies parecían estar clavados a la alfombra del pasillo, el chirrido de la puerta de su habitación, al abrirse se escucho por encima del crepitar del fuego, en la puerta entre abierta se podía ver una alta figura, un pequeño escalofrío recorrió por el cuerpo del niño, la figura se movió hacia la claridad del pasillo, donde ahora las llamas que se habían extendido por el techo de la casa lo iluminaban, mostrando al hombre-lobo el cual tenía parte de la cara cortada por varios fragmentos de espejo. Lentamente se fue acercando a Dean y el niño fue retrocediendo paso a paso, hasta que su pie perdió apoyo al encontrar el borde de las escaleras que bajaban al primer piso, cayendo contra la pared. Sujeto fuertemente a Sammy entre sus brazos, el bebe comenzó a quejarse llorando.
—No, no, no — gruñó el lobo mientras se acerba- ¿Dónde vas cachorro? Ahora eres mío.
El niño miró hacia arriba, el fuego comenzaba a destruir parte del techo y un gran trozo de madera incinerado cayó encima del lobo, haciendo racionar a Dean, quien bajo las escaleras tan rápido como le dieron sus pequeña piernas. Las manos volvieron a resbalar sobre el pomo de la puerta principal.
—No te preocupes Sam yo te protegeré, nadie te va ha hacer daño nunca lo prometo—dijo Dean mientras seguía intentado salir de allí, hasta que empezó a tener problemas para respirar, un sudor frío corrió por su espalda, miro rápidamente hacia la escalera, pero no había nadie, solo un humo denso que comenzaba a cubrirlo todo, su padre apareció de la nada sintió sus brazos al rededor de su cuerpo levantándolo en el aire junto con Sam y de una patada abrió a la puerta sacándolos de aquel infierno.
***
Los bomberos estaban por todas partes. La gente se arremolinaba alrededor de su casa, que ahora era pasto de las llamas. Dean estaba sentado al lado de su padre mirando fijamente a Sam, el hombre de ojos amarillos había venido por Sammy, pero él no se lo dejaría que se lo llevara jamás, nunca.
John agarraba con fuerza a Sam, sus manos acariciaron la pequeña cabeza del bebe, hasta que noto que algo pastoso entre sus dedos, por primera vez desde que había salido de la casa, aparto la mirada de la ventana del cuarto de Sam y miro aterrado su mano que ahora estaba manchada de sangre seca.
—Dios Sam, Sam ¿donde estas herido?
Las torpes manos de John empezaron a de desnudar al pequeño Sammy, quien no parecía muy contento al notar el frío de la noche. Comprobando que el bebe no tenía ninguna herida fue cubriéndolo nuevamente con la manta de la cuna y su ropa, de ese mono Sammy acabo masticando en su boquita los puños de las mangas de su Body manchadas con sangre, pero entonces si la sangre no era de Sam ¿de dónde venía? Los ojos de John pasaron a mirar a Dean, recorriendo con la mirada el pijama desgarrado y manchado de sangre.
— Dime que no te han herido Dean— La voz de su padre sonó demandante.
—solo es un rasguño papa—dijo Dean mientras distraído intentaba poner bien la ropa a su hermano.
— ¿Dónde?—exigió saber John— ¿Donde?
El pequeño tapo bien a Sammy devolviendo al bebe a su padre, para levantar la rota manga del pijama lentamente, Los ojos de Jonh se abrieron desmesuradamente al ver la marca de unos dientes en la blanca piel de su hijo mayor, el color de la mordedura era negro en la incisión de los dientes y de un extraño color morado alrededor de ella, de tal manera que parecía cubrir todo el brazo, pequeñas gotas de sangre se escapaban allí donde los dientes habían desgarrado la carne en lo que parecía haber sido un forcejeo para soltarse.
— ¿Quien...? ¿Qué te ha mordido Dean?
CONTINUARA...